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La discusión sobre el lenguaje utilizado en la respuesta presidencial mexicana al dictamen del Parlamento Europeo sobre la prensa está dejando pasar del lado una estrategia de presiones de la Casa Blanca contra Palacio Nacional que deben leerse en el escenario de la guerra de Biden en el conflicto Rusia-Ucrania.
El Parlamento Europeo parece que se encontró con el tema de la prensa mexicana, pero hay que anotar que ocurrió después de aquella declaración inopinada del secretario estadounidense de Estado, Antony Blinken, también declarando su preocupación por la muerte de periodistas en circunstancias ajenas a las relaciones con el gobierno federal.
En este contexto hay que darle una lectura estratégica a la crítica del lobby priísta de política exterior nada menos que en el periódico Reforma para cuestionar la respuesta mexicana al Parlamento Europeo; cabe destacar que la burocracia priísta diplomática, encabezada por la resentida exembajadora en Estados Unidos, Martha Bárcena, asume la predominancia de los razonamientos de política exterior de gobiernos priístas.
En este juego de escenas del lobby priísta de política exterior no podía faltar la presencia de Porfirio Muñoz Ledo con todo y su pasado diazordacista, echeverrista, lopezportillista y foxista y con suficientes elementos para probar los veleidoso de su formación diplomática.
La declaración del Parlamento Europeo y la respuesta del presidente mexicano deben contextualizarse en el escenario de la guerra de Biden en el conflicto Rusia-Ucrania y la preocupación de los estrategas de inteligencia y seguridad nacional por la decisión del López Obrador de no sumarse a las sanciones decididos por la Casa Blanca e impuestas a la ONU.
Justo en el escenario de la declaración de autonomía relativa o no-alineamiento de México a la guerra de Biden también se colocan otras decisiones de presión estadounidense sobre México: la imposición unilateral de operativos del Entendimiento Bicentenario para subordinar la estrategia mexicana de seguridad pública a la lógica del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, la evaluación de amenazas circulada por la Comunidad de Inteligencia de Estados Unidos contra los cárteles mexicanos en México y no en EU y de nueva cuenta la presencia ominosa en México del secretario de Seguridad Interior, Alejandro Mayorkas, para incrementar las exigencias americanas sobre la política migratoria de México.
Y como elemento reciente, también hay que incluir una variable regional en el incidente del Parlamento Europeo y las exigencias de la Casa Blanca para que México se sume a las sanciones contra Rusia: la propuesta del presidente argentino Alberto Fernández para construir un bloque latinoamericano con México y Brasil, tres países con diplomacia autónoma respecto a Cuba, China y la Federación de Rusia y los tres resistentes a subordinarse a la lógica de la guerra de Biden en Ucrania.
En este contexto complicado que reproduce los perfiles de una estrategia de presiones de seguridad nacional de la Casa Blanca sobre México como ocurrió en los peores años del intervencionismo de Ronald Reagan, la respuesta mexicana al Parlamento Europeo puede tener también una lectura diferente en la lógica de la comunicación diplomática: crear la discusión por el conflicto en el uso de algunos adjetivos, a fin de diluir las intenciones de la seguridad nacional estadounidense de obligar a México a subordinar su política exterior a los intereses geopolíticos de la Casa Blanca.
La situación en Ucrania se salió de control y no está cumpliendo las previsiones estadounidenses, al grado de que comienzan a estudiarse en la Casa Blanca algunos escenarios de envío de tropas estadounidenses a los países que hacen frontera con Ucrania, lo que implicaría, ahora sí, la internacionalización del conflicto y el tan manoseado argumento de una tercera guerra mundial.
La incorporación del Parlamento Europeo al escenario estratégico de Biden se entiende por el pánico de las naciones de Europa ante una guerra mundial con amenazas nucleares, toda vez que el gobierno de Putin decidió usar la fuerza militar para proteger su frontera estratégica con la OTAN.
De ahí que el debate en redes sociales sobre el comunicado del gobierno del presidente López Obrador cae en la lógica de los intereses estadounidenses de discutir el uso de palabras para no situarlo en el escenario de una política exterior mexicana bajo asedio norteamericano.
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Política para dummies: la política está en las intenciones y no en las declaraciones.
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