
Los niños que fuimos
Se llegó la hora. Las corcholatas han comenzado su etapa de elección interna, y para ello es que han comenzado las renuncias.
Ahora sí, este proceso se lleva a cabo en tiempo y forma, como lo marca la ley. Sin embargo, dudamos mucho de que dejen de realizar actividades ilegales. Toda la 4T ha demostrado que, de manera cínica, se pasa las leyes por el arco del triunfo. No solamente ignoran voluntariamente la ley, sino que se han dado a la tarea de mancillarla e incluso tratar de destruirla. Y junto con la ley, también las instituciones. Así que el gobierno actual, aunque se autodenomina legítimo, en realidad se ha convertido en un monstruo de desenfreno y arbitrariedades.
Muchos de los críticos del sistema actual nos preguntamos cuál de los cuatro corcholatos oficiales caerá en peores abusos a la ley, de llegar al poder. Algunos especulan que Marcelo Ebrard es algo timorato y que está vendido a partes de la oposición que ahora lo respaldan. Otros dicen que Monreal, aunque ha demostrado una tendencia hacia el respeto de la constitución, es una persona de voluntad endurecida y mañas subrepticias que podría fácilmente convertirse en un tirano autoritario en algún momento. Adán Augusto representa una continuidad mayor en la personalidad del Peje, de hecho, no se le ve una personalidad propia sino un remedo exacerbado del tabasqueño y su actitud política. Por último, de Claudia Sheinbaum se habla mucho de una posible continuidad al estilo de las producciones de teatro guiñol, con el viejito cabeza de algodón moviendo los hilos de la doctora. De entrada, este monero puede ser acusado de violencia política de género al decir esto, pero no tendría que ver con su género sino con su disposición a obedecer ciegamente al presidente, como lo hemos visto durante todos estos años que ha sido jefa de gobierno.
Sobre sus incapacidades y corrupción, luego hablamos. Se sabe que algunos de ellos están coludidos con el narcotráfico, que algunos han demostrado una pésima capacidad para resolver problemas de Estado, y, por supuesto, ya sabemos de algunos de ellos su tendiente cabida para ser políticos corruptos con la más alta disposición.
Así que comienza el juego de la silla, empezando por el baile de los precandidatos. Debido a que nadie niega la capacidad de Morena para perpetuarse en el gobierno democráticamente, podríamos estar viendo ya al próximo presidente de la república, sobre todo porque la oposición aún está pensándolo y resolviendo las heridas de las cuales no tienen idea de cómo curar.