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Trump, ¡uy que miedo!
Desde Palacio Nacional, Huey Tlatoani ha mostrado, cada vez con mayor frecuencia, desprecio a manifestaciones y expresiones de grupos que solicitan su atención; siempre da enfoque político-electoral, que es en lo único que tiene experiencia, en ninguna otra actividad humana muestra conocimiento ni interés.
La mas reciente sobre los impactos de la obra, caprichosa, del llamado tren maya en el tramo 5; la única defensa, ya trillada por vacía, ha sido “¿por qué no dijeron nada con el lago de Texcoco?”; en seguidilla de típicas descalificaciones plagadas de adjetivos: que conservadores, que fifís, que falsos ambientalistas, etcétera, pero resulta que sí lo hicieron, al menos muchos.
Esta actitud, como otras erróneas, es replicada en diversas áreas de la administración pública federal; incluso en algunas locales, con consecuente alejamiento de quienes en ellos depositaron confianza en 2018; inclusive la FGR, organismo autónomo del Estado mexicano, de la cual su titular tiene acceso indebido a expedientes de la SCJN, logra membresía al SNI pese a documentado plagio y muchas mas de las que sabremos en breve.
El desprecio a las manifestaciones es expresión misma del desdén a la normatividad, desde la ambiental para continuar con obras hasta la del Banco de México para divulgar información sobre las tasas de interés antes que sean dadas a conocer por los canales normados, hecho que está señalado en la citada ley como punible.
Siga así Huey Tlatoani, cada vez pierde más adeptos, pero, como se señaló arriba, no sólo desde Palacio se da el efecto.
En días recientes se dio cuenta de cómo la directora de CONACYT, de nueva cuenta, ignora expresiones de personas involucradas e interesadas en el CIDE; mirarles con desprecio mediante el rabillo del ojo, sobre los hombros, no borra obligación alguna de cumplir la ley.
El extremo es cuando se ignoran resoluciones y órdenes derivadas de procesos judiciales; eso tiene otros niveles de consecuencias, debe tenerlo claro la directora de CONACYT.
Se reportó, sin desmentido al cierre de esta contribución, que se ha desatendido la orden de autoridad para regresar la membresía del SNI a profesionales de la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, con adscripción en instituciones privadas.
La manifestación a la puerta de Insurgentes Sur 1582, la comentada arriba, se relaciona con otra resolución de autoridad, ésta en materia de transparencia, en la cual se ordena a CONACYT, léase su directora general, entregue documentación relativa al nombramiento y procedimiento del muy cuestionado director general del CIDE.
El desacato es un asunto muy serio.
El desdén reiterado de manifestaciones y de la ley misma hace pensar a cualquiera que existe una presunción de blindaje resultado de la elección de 2018; es falso, ya que incluso ese resultado ha tenido un revés en las elecciones federales intermedias, al ritmo se verá en 2024.
Adicionalmente, ganar una elección, aun cuando por tsunami de votos, no le da al electo invulnerabilidad de sanción por violar la ley; mucho menos a quienes hayan recibido designación.
Así desde CONACYT se han incumplido mandatos de ley por sentencia o por orden directa, el PECITI se publicó hasta 2021, por ejemplo, o el caso de conformar comités a modo y con reuniones violatorias, como el haber desechado la solicitud de revisión de conducta antiética relativa a la membresía del SNI otorgada al Fiscal General de la República.
Si bien no todo incumplimiento de ley trae consecuencias punibles, algunos sí, como el desacato.
Otras veces, sin exclusión de lo anterior, se acumula en la memoria de la sociedad, marcan a los actores, la pena no está en la ley, sino en la reintegración en círculos sociales o institucionales; el desprecio, ya a las manifestaciones ya a la ley mediante violaciones, es un bumerán cuyo retorno se puede materializar con la indeseable, pero existente, revancha.
Mejor cuidemos a las instituciones, la CTI es muy importante, reconstruyamos desde ya y cumpla la ley.