Cero interés por participar en la prueba educativa PISA
Un desmentido convierte en verdad a alguna información publicada cuando quien intenta desmentir no lo logra con evidencia contundente, clara y precisa.
Se concreta la información publicada cuando el desmentido sólo es argumento en la raya de la anécdota: “No es cierto porque … le creo”, desmentidos de esa clase.
Al tratarse de política, algunas veces no salir corriendo a desmentir desvalora aquello que se ha hecho público, siempre y cuando la información publicada no tenga evidencia; que sea testimonial, pues.
No significa que un testimonio carezca de valor, sólo significa que el tiempo pone las cosas en su lugar cuando no se apresura alguien a justificar su postura; dice la sabiduría popular “justificación no pedida, condenación manifiesta”.
Curioso es que los desmentidos también refuerzan el dicho que pretende desvalorar cuando el primero se hace tarde y el segundo se acompaña de evidencia.
Así que, si se desea desmentir algo, se debe precisar con verdad, evidenciar contundentemente, no sólo argumentar, y ser oportuno; toda una tarea de comunicación.
Por tener ausentes estas características es que la homilía mañanera ha perdido fuerza y credibilidad, incluida la sección de los miércoles, casi cómica si no fuera aburrida, a cargo de la persona que no sabe leer.
En el mismo sentido sucede con los comunicados del CONACYT; aunque en ese consejo confirman la información publicada al buscar desmentir, lo cual puede evidenciar responsabilidad legal.
Es el caso del comunicado que CONACYT hace el 4 de abril de 2022 en relación de que no hay conflicto de interés en el nombramiento como investigadora emérita a la progenitora de la directora general de ese consejo nacional.
El comunicado de pretenso desmentido asegura que la Dra. Roces Dorronoso cumple con el requisito de ser reconocida con el nivel 3 del Sistema Nacional de Investigadores, pero al cierre del segundo párrafo se puede leer “la Dra. Roces Dorronsoro forma par del Sistema Nacional de Investigadores desde el año 2001 y fue en enero del 2009 cuando obtuvo la distinción SNI II”.
El desmentido no demuestra que tenga el nivel 3, que es el requisito, sino que en 2009 se le dictaminó el nivel 2.
Luego se enfocan en el tema de conflicto de intereses, éste no es asunto de opinión alguna, sino que está claramente definido en la ley correspondiente.
El comunicado asegura: “los procedimientos que se aplican en el otorgamiento de emeritazgos dentro el Sistema Nacional de Investigadores, los cuales son decisión exclusiva de la Comisión de Eméritos, instancia colegiada, libre y autónoma, donde la titular del Conacyt no interviene, por lo que no tiene voz ni voto. En la Comisión de Eméritos tampoco tienen injerencia las y los funcionarios del Conacyt.”, publicó ese consejo nacional.
Esto es una verdad a medias, porque, si bien las comisiones correspondientes emiten dictámenes, luego del proceso de evaluación, los dictámenes son ratificados o rectificados por la autoridad del CONACYT mediante el Consejo Técnico del Sistema Nacional de Investigadores.
Y resulta que ese Consejo Técnico es presidido por quien sea titular del CONACYT; es decir, en el caso que ocupa, directora general, quien es hija de la investigadora que recibe el emeritazgo, reconocimiento acompañado de emolumento vitalicio.
A todas luces hay conflicto de interés; a menos que la directora general del CONACYT se hubiere excusado de presidir, estar presente o comentar el asunto tratado en la sesión tal consejo técnico cuando a su madre se le otorgó el emeritazgo.
Hasta ahora no hay evidencia pública que se haya excusado ni de demuestre que la Dra. Roces Dorronsoro cumple con el nivel 3 y no con el 2, como dice su propio comunicado.
El comunicado de CONACYT, de nuevo, refuerza la información que se ha hecho pública sobre el caso, mientras que quien publicó, fue en El Universal, sí ha presentado evidencia sobre su dicho, la responsabilidad legal está a la vuelta de la esquina.