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Oposición no regatea la unidad nacional ante llegada de Trump
El CONACYT ha cosechado, sigue haciéndolo, lo que se ha dedicado a sembrar en lo que va de este sexenio: desconfianza, incredibilidad y desprestigio.
Todo lo anterior resultado de sus decisiones y actos de autoridad federal, no nacional, en las políticas públicas hacia la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI.
Aunque un sello de palacio es auto-victimizarse, en este caso no tienen el micrófono, ni el eco, y los hechos son evidentes ante una comunidad acostumbrada a estudiar patrones y datos metodológicamente.
El asunto es que el nuevo reglamento, uno mas en este sexenio, también ha desatado la inconformidad de la comunidad en CTI; la fuente no es el beneficio individual, como quiere señalarse por CONACYT, sino la realidad de la CTI para ofertar soluciones con base en conocimiento.
Es el caso que se ha formulado un prorrateo en artículos científicos con mas de cuatro autores; es decir, si en un artículo científico habría 4, sólo contaría como un cuarto de producto a cada persona con autoría, si fueran 5 entonces sólo una quinta parte y así sucesivamente.
Este disparate. según se ha comentado, será revertido, pero hacerlo formalmente requiere aprobación del Consejo General del CONACYT, cuando sea, si llega a ser, será; por ahora está formalmente vigente y las comisiones dictaminadoras deberán hacer maromas para tratar de compensar tal torpeza reglamentaria.
Como evidencia del disparate de CONACYT, primero diré que es una práctica común que las contribuciones en CTI sean multiautoradas, también existen monoautoradas pero son mucho menos frecuentes.
Piense en 1 persona profesional de la CTI, que tiene 1 estudiante de posgrado y 1 posdoctorante, las tres personas trabajando un problema científico; en este supuesto, si encuentran alguna contribución de solución al problema, habría tres personas con autoría en una misma disciplina.
Considere ahora un problema entre dos disciplinas diferentes con requerimientos de especialización tal que sean dos personas, cada una con su estudiante de posgrado, si logran hallar soluciones al problema, serían cuatro personas con autoría o mas.
El colmo del disparate en CONACYT es que, incluso, en las convocatorias que ese mismo consejo publica para el financiamiento a proyectos en CTI buscan, según dice, que mas de una dependencia o institución sean participantes en la propuesta; eso implica necesariamente, por lo menos, el caso del párrafo inmediato anterior.
En otras palabras, por una parte, CONACYT lanza convocatorias para propiciar grupos de investigación y al mismo tiempo penaliza las participaciones de personas que buscan contribuir en grupo, ¿qué tendrán en la cabeza?
No sobra comentar que la intención de propiciar grupos de colaboración en CTI es sólo de dientes para afuera; con montos de 105mil USD para tres años (35mil USD anuales) y años de 10 meses (según especifica la convocatoria); ninguna colaboración seria en CTI puede ser concretada.
Lo dicho arriba refuerza el sentir de la comunidad, siendo un grupo de personas altamente capacitadas para analizar y describir patrones de causa-efecto y comportamiento en distinta clase de sistemas.
Todo indica que la única motivación de CONACYT para tales bandazos es presupuestal, ya por incapacidad e impericia para las finanzas públicas en CTI, ya por intención premeditada y obediencia ciega por desdén al conocimiento, o todo junto; lo que ha sucedido con las decisiones de la directora de CONACYT es que la CTI ha sido desmantelada y está al borde de una destrucción irreversible.
Si su intención ha sido política, tampoco le ha funcionado; su gesto de decepción cuando supo que no sería titular de la SEP le ha delatado.
No es claro cómo hacía investigación, pero con esa capacidad de decisión, análisis y determinación autónoma queda en duda su carrera.
Así que no sólo cosecha la desconfianza en la comunidad de CTI, al parecer, también de Palacio Nacional.
Todo por reglamentos mal hechos, mal gestionados, pésimo manejo político y actos autócratas.