
Los niños que fuimos
Crisis zarandea a la humanidad y expone necesidad de sustituir modelo inequitativo en distribución del saber y del tener -arranque harto disparejo en la vida, de entrada-. Al visualizar nuevas políticas para orden justo y eficaz- interno y mundial-, es alimenticio releer fábula “La cigarra y la hormiga”, de Esopo, y parábola de El Hijo Pródigo, de Lucas. La fábula nos deletrea lección ética de validez universal: previsión, humildad, trabajo constante, ahorro cotidiano, valores de que la cigarra debió nutrirse, al pasarse el verano cantando, despreciando laboriosidad de las hormigas; luego al invierno, pidió prestado. Contrastes entre hormiga -también dura y mezquina-, y cigarra -alegre y sin ganas de trabajar-, fecundan moralejas. La parábola es una historia de dos hijos y su padre: el menor, rebelde, arrogante, pidió adelantarle su herencia (no puedo esperar a que mueras), se fue a país lejano y la gastó en putas. Al tiempo regresó a casa del padre, quien conmovido lo festejó. El hermano mayor, resentido, celoso, fariseo, reclamó trato. Ambos hijos perdidos. Compasión y miseria, círculo de amor. En lectura trascendente: Dios y humanidad. Estos textos se consideran relevantes en modelación de la cultura occidental, de matrices greco-romana y judeocristiana.
Existen millones de hormigas laboriosas en la geografía nacional, y más allá, buscando subsistir, sin que inmensa mayoría pueda hacer ahorros. Muchas hay que no encuentran trigo para llevar a casa. Y explicablemente las hay resentidas, envidiosas -hoy cultivadas-. Y no faltan cigarras holgazanas que usan atajos, roban granos de hormigas, integran cárteles delictivos, hoy apapachados.
Coronavirus, secuela económica y desastre gubernamental, retan nuestra madurez social: a vencer egoísmo (hormigas aprendan a dar y ser solidarias con cigarras) y orgullo (cigarras asimilen lección y se dispongan a trabajar). El presidente no leyó a Esopo; su último “libro” lo confirma. Perdimos -marzo y abril-, 686 mil empleos formales –aparte informales-; y pronostican para fin de año: pérdidas entre 2 y 3 millones de empleos; cierre de empresas por falta de liquidez y ceguera gubernamental; CEPAL ve 9 millones de nuevos pobres. Contrastes dolorosos: jóvenes que queriendo, no pueden estudiar y tampoco trabajar, y al lado, cigarras que no quieren ni lo uno ni lo otro, pero hoy reciben subsidios superiores a remuneraciones de médicos residentes, enfermeros, terapeutas o maestros. Señales de hambruna, desesperación, pródigos por todas partes buscando casa del padre. Piedra angular: generar empleo, lo demás, consecuencia.
En el mundo algo hicimos muy mal: cantantes-cigarra, actores, deportistas, especuladores o políticos-cigarra con percepciones desmesuradas. El principio de igualdad esencial entre todos los seres humanos es brújula ética. Colonia o ciudad donde se admira más a huachicoleros o narcotraficantes que a maestros o médicos son foco de descomposición social. Valorar actividades lucrativas más que las de utilidad social, trae consecuencias devastadoras. El presidente López, enredado en manipulaciones, señaló la semana pasada que es importante dejar lujos: “basta un par de zapatos (más es un lujo, dijo), algo de ropa y un carro modesto”. Él, que por vivir en Palacio Nacional nos cuesta $ 6 millones de pesos mensuales -al sostenerle 147 trabajadores a su servicio, luz y agua-, no tiene hoy a sus hijos y nieto viviendo con modestia. Fariseo, mentiroso. Propuesta del presidente de Morena, este domingo, de cinco cambios constitucionales, manifiesta no vinieron a gobernar, sino cigarras a vengarse, dar cauce a envidias, resentimientos. Así no se podrá reconstruir la casa de nuestros padres para hacerla generosa para todos.