La alcaldía de Tancanhuitz, un premio que nadie quiere
A partir de la Operación Intercepción de 1969 al cerrar la frontera californiana, los diferentes gobiernos de Estados Unidos han buscado imponer su agenda de intereses nacionales por encima de los intereses nacionales mexicanos. La Administración Biden-Harris buscará de nueva cuenta mantener la frontera mexicana en un foso medieval para impedir la invasión masiva de migrantes.
En los casi ocho meses de gobierno, la Casa Blanca ha centrado su agenda con México en cinco puntos: tratado comercial, migración, crimen organizado, control fronterizo y contención geopolítica del descontrol al sur del río Suchiate. Pero esta vez se ha encontrado con un gobierno mexicano reacio a la imposición de agendas unilaterales a partir del criterio de que por circunstancias de coyuntura el gobierno de EU necesita más a México que México a EU.
El tema central de la agenda se encuentra en la seguridad fronteriza, en el crimen organizado mexicano que controla el mercado al menudeo de droga en EU y en el enfoque unilateral e Washington de combatir a los cárteles en México y no en su propio territorio.
En el fondo, la agenda mexicana de la Casa Blanca se incluye en el enfoque estadunidense de su seguridad nacional, sin preguntarse siquiera si México pudiera tener sus propios intereses de seguridad nacional. Por ese enfoque unidireccional han fracasado las diversas iniciativas bilaterales. El Tratado Comercial de 1993 fue usado por EU para subordinar el sistema productivo mexicano y para usar la nueva dependencia económica como un instrumento de subordinación geopolítica, tal como lo razonó el Memorándum Negroponte de 1992 que instaba a la Casa Blanca a apresurar la aprobación del Tratado para desaparecer los intereses nacionales mexicanos en las relaciones bilaterales.
El gobierno de López Obrador no busca la ruptura estratégica de las relaciones bilaterales, sino que quiere que la redefinición de políticas bilaterales y regionales se incluyan los enfoques mexicanos. El gobierno de Biden ha reproducido el enfoque de Donald Trump de caracterizar a México como un muro de contención der las avalanchas de caravanas de miles de migrantes que quieren entrar as Estados Unidos a disfrutar del sueño americano. Pero el uso de la Guardia Nacional como border patrol o patrulla fronteriza no resuelve la crisis y ya tampoco puede aguantar las protestas sociales mexicanas por el uso de la fuerza para contener las caravanas.
La estrategia migratoria del gobierno de Biden –a cargo de la vicepresidenta Kamala Harris– para México y Centroamérica ha fracasado, pero el presidente de EU asistirá a la Cumbre sin una estrategia alternativa y sin voluntad de acuerdos bilaterales reales.
El tema de crimen organizado trasnacional –modelo inventado por el presidente Obama para trasladar a México el problema del tráfico de droga que entra a EU y la venta al menudeo dominada por cárteles mexicanos– tampoco tendrá novedades, porque la Casa Blanca buscará revalidar el enfoque del republicano George Bush hijo en la Iniciativa Mérida ya desactivada por México. Ese acuerdo fue firmado por Calderón ocho meses antes de terminar el gobierno de Bush y sin un planteamiento defensivo de México para rechazar la responsabilidad unilateral del tráfico de drogas para satisfacer la demanda creciente de estupefacientes por los adictos estadunidenses.
El gobierno de EU no quiere reconocer que la presencia en su territorio de once cárteles mexicanos para operar tráfico y venta en las calles ha sido producto de la corrupción y la tolerancia estadunidenses, pero con el dato adicional de que las células de los cárteles en territorio americano tienen un funcionamiento de autonomía relativa de los comandos narcos en México. Es decir, el tráfico y consumo de drogas en EU no variará si de pronto se liquidaran todos los cárteles en México. Como agregado se encuentra el hecho de que el gobierno de EU no quiere terminar con el tráfico de drogas por el colapso social y violento que estallarían sus adictos al carecer de disponibilidad de los estupefacientes.
Por lo demás, la Cumbre se realizará sin que haya indicios de que la vicepresidenta Harris haya entendido la lógica diplomática mexicana.
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