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Oposición no regatea la unidad nacional ante llegada de Trump
En un esfuerzo para mantener la directriz de la agenda pública ha habido mucha distracción fomentada desde Palacio Nacional, cuyos efectos, aparentes distractores simples, no dejan de ser altísimo riesgo; como la iniciativa para linchar a quienes han votado contra de la reforma constitucional en materia energía eléctrica.
Sin embargo, la realidad diversa y compleja de México atrae la atención hacia problemas concretos que no pueden ocultar esas cortinas de humo: desabasto de medicinas y precaria salud pública, inflación y bajo crecimiento económico, inseguridad y violencia, ingobernabilidad manifestada por la migración descontrolada, elefantes blancos de obra pública y mucho más.
Entre lo que no es tan visible para la población, pero que tendrá afectación transgeneracional, es el olvido en que la administración federal tiene a la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI.
Ni qué decir de decisiones destructivas: el caso CIDE, el nombramiento del fiscal general de la república en el nivel mas alto del SNI, falta de PECITI sino hasta el tercer año, firma de convenios que será letra muerta -como el reciente entre CONACYT e IMSS-, imposiciones normativas sin consenso, confrontación con la comunidad en CTI, etcétera.
Ese olvido está llevando, desde ya, a precarización de la CTI y, de tanto, ya no luce como omisión por desconocimiento; parce intencional.
Aquí, brevemente, dos ejemplos.
El primero.
La convocatoria a solicitar ingreso o reingreso al SNI dejó fuera muchos profesionales de la CTI -no al fiscal-, por aplicación de un reglamento sin consenso ni transitorios, eso a pesar que cuentan con productividad.
Además, los resultados fueron publicados tarde y el proceso de reconsideración, parte incluida en la convocatoria, aún no termina; no se les ha notificado si fue aceptada o rechazada su solicitud de revisión.
Hay gran incertidumbre sobre si primero saldrán los resultados o la nueva convocatoria; ya estamos prácticamente a medio año y aun no se sabe nada al respecto, eso pese que las comisiones ya se han reunido e incluso emitido el dictamen de recomendación, el consejo técnico en CONACYT ha hecho mutis.
Lo anterior significa que el emolumento asociado con los casos aprobados luego de reconsideración no ha sido ministrado, ni siquiera convenido, el ingreso de esa porción de la comunidad en CTI es precario sin esa compensación por la beca; a pesar que su productividad sea aceptable.
Es consecuencia de la incapacidad para resolver lo que ya funcionaba por parte de CONACYT.
El segundo.
Me cuentan responsables de proyectos de investigación que la ministración del financiamiento está detenida y CONACYT no da respuesta, no tiene para cuando.
Se trata de proyectos aprobados, convenidos, debidamente signados, en universidades y centros de investigación, de los cuales ya se han ejecutado primeras etapas; proyectos que están congelados porque CONACYT no resuelve sobre los reportes técnicos o financieros.
“Nos cerraron el año 1 en general a todos en Noviembre y no podemos usar el dinero del año 2 hasta que nos aprueben el reporte técnico y financiero”, me comentan; es decir, llevan meses sin recurso para operar, ya estamos casi a medio año, les pedirán nuevamente cerrar el año fiscal en noviembre, no podrán hacer nada.
“Conacyt en Marzo nos mandó un mail pidiendo que hiciéramos un oficio solicitando el uso de algunos rubros que fueran urgentes … pero nomás tampoco nos dan esa respuesta”, escriben con desesperación por ejecutar con oportunidad los proyectos bajo su responsabilidad técnica.
Una consecuencia de este desastre es que la beca de estudiantes asociados a esos proyectos tiene meses sin poderse pagar, “requerimos contratar pacientes y participantes y eso tampoco se puede”, asegura una investigadora titular en la UNAM, nivel 2 en el SNI, “tengo una posdoc sin pago desde Noviembre… Aguantando con ayuda de familia y dinero que les prestamos”, continua.
Una vez más, no opera desde Insurgentes Sur lo que ya funcionaba, la situación es crítica.