Reforma en el bachillerato, un paso hacia la modernización educativa
La Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, es uno de los motores de la movilidad social ascendente muy contundente; a la par de políticas públicas sostenibles, condición que exige de finanzas sanas.
Comento, en orden cronológico por grado doctoral, cuatro casos de talento, constatables, dos masculinos y dos femeninas, con formación toda en la educación pública nacional, a quiénes la CTI ha dado opción de ascender en el bienestar socio-económico.
Uno, oriundo de Tamuín, en la huasteca potosina, realizó estudios básicos y medios en aula multinivel, en recinto otrora almacén o bodega, donde el plafón protegía a murciélagos que ahí descansaban mientras ocurría la clase.
Luego se doctora en Ingeniería, con logros propios para pertenecer al Sistema Nacional de Investigadores, SNI, trabaja en Guadalajara, Jalisco, es profesor universitario, forma parte de cuerpos académicos consolidados.
El segundo creció con su madre, quien le sostuvo hasta ser becado en posgrado. También, luego de doctorarse con investigación en CTI orientada al uso de matemáticas aplicadas al problema de diabetes mellitus, de obvia importancia nacional, es miembro del SNI y cuerpos académicos consolidados en la Universidad de Guadalajara.
La tercera, mujer que inicia por casualidad, pero convencida, su deambular en la CTI; de casualidad por falta de cercanía temprana a ésta, convicción por las ganas de mejorar.
Se doctora en ciencias aplicadas con estudios sobre modelación y control en diabetes mellitus, ahora es profesora en la UANL, cuenta con membresía al SNI y actividades científico-tecnológicas en mecatrónica y sistemas biomédicos.
La cuarta, llega desde un ejido en Loreto, Baja California Sur, a estudiar posgrado al bajío mexicano. Se doctora con modelación matemática de los árboles vasculares renales y sus características geométricas; es profesora en la Universidad de Guadalajara, con membresía la SNI y productos en CTI transdisciplinaria.
Los cuatro casos de extracción humilde, con propios méritos, han resuelto exigencias académicas que fueron complicadas, mucho mas que la admisión y terminación directa.
Ahora son activos en la CTI, clase media; o sea, tienen ingresos para cubrir su vivienda, alimentos y apoyar sin lujos a sus hijos o padres.
Trabajan para que México mejore, en la formación de recursos humanos universitarios, cumplen estándares internacionales mediante publicaciones científicas, forman grupos que soportan la estructura social.
Como estos cuatro casos, conozco, por haberles dirigido, a una veintena de doctores, otro tanto de maestros en ciencias; la narración viene al caso porque hay convicción en que la CTI debe impulsar la movilidad social ascendente, pero con exigencia y el mayor rigor posible en el nivel científico y académico.
Así es claro que celebro al Programa de las Universidades para el Bienestar Benito Juárez, UBBJ, en municipios de alta y muy alta marginación en México, misma que tiene en el PEF 2021, por el PECITI, 98.74 mdp; pero la implementación es muy mala, así no habrá perfiles de nivel competitivo.
El programa UBBJ dará admisión sin evaluación, pretende incorporar a 300,000 estudiantes de los cuales 96,000 serán en una primera etapa.
Esta columna considera que el proceso de admisión riguroso es importante, pero no debe ser discriminatorio sino socialmente holístico.
Se pretende becar con 2,400 pesos mensuales –casi nada-, cifra que llevan a 720 mdp cada mes (230.4 mdp mensuales en primera etapa) que significan 8.64 mil mdp al año –CONACYT tiene en el PEF 2021, 26.57 mil mdp-.
A esos montos se suma gasto operativo por salarios de profesores, operación y mantenimiento de instalaciones, etcétera, adicionales al gasto de inversión.
Sin recursos propios es insostenible, el erario no alcanzará.
La formación universitaria requiere elementos de CTI para que implique competitividad actual e internacional; sólo el rigor científico provee movilidad social ascendente, éste sólo se logra con sostenibilidad financiera.