Esquiroles de oposición, apoyan a Morena
En esta segunda entrega doy continuidad a mi respuesta de interesante pregunta formulada por una colega sobre qué modelo es conveniente para México, en alternativa al anteproyecto de CONACYT, para la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI.
En la entrega anterior se trató el sobre la autonomía; aunque el tema amerita todo un tratado, mas aun ante el desagrado actual que ocasiona el tema de autonomía en Palacio Nacional.
Esta entrega tratará la dualidad del carácter global y local en CTI, que trae consigo una consecuente rapidez al construir soluciones a necesidades de la sociedad.
Un caso, por atractivo y sonado, es el desarrollo de vacunas para COVID-19; ahora hay varias opciones de solución al requerimiento global.
¿Cuál es mejor, cuán eficaz será cada una de las opciones, inducirán mutaciones del virus?, esta clase de preguntas, y mas, aun no tienen respuesta, pero la vacunación abre esperanzas de control pandémico.
Las vacunas son resultado de investigaciones biotecnológicas de escala global, algunos países se aliaron a empresas, unieron esfuerzos; importantes recursos humanos y financieros se invirtieron para ello.
La oportunidad de mercado es innegable, pero mas relevante es salvar vidas, hechos que no son mutuamente excluyentes.
Algunos países, entre los que está México, serán consumidores de tales productos de la CTI, algunos serán maquiladores, como el esfuerzo que magnate mexicano hace para fabricar una de las opciones –ha producirse en Argentina y no en México como evidencia misma de la realidad globalizada-
De lo anterior salta a vista el carácter global, hecho que incluye lo local y viceversa; ya como desarrolladores ya como consumidores o maquiladores de los productos de la CTI.
En contraste, los efectos desde lo local hacia lo global pueden ser nulos cuando las toma un gobierno, que en el mejor de los casos es un ente de la sociedad con ocupación y preocupación en diversos temas, situación que le hace perder de vista la relevancia de la CTI.
En México fue nota la orden presidencial para investigar la vacuna hace apenas unas semanas; primero no debía requerirse una orden presidencial para ello sino actos de autoridad pública y financiamiento en la materia de CTI, ninguna la tuvimos a tiempo, ni tenemos, aun después de la orden misma.
Vaya, no hubo respuesta en la fabricación de respiradores sino con tecnología madura por parte de institutos de salud, no por CONACYT; en parte por la falta de reglas y procedimientos para incluir a la iniciativa privada en el desarrollo, fabricación, distribución, comercialización, y mas etapas de la cadena de valor de la CTI.
Otro caso ilustrativo está en las soluciones que las plataformas digitales han ofrecido ante el trabajo desde casa, donde necesidades laborales y educativas dieron impulso a desarrollo de CTI para la interacción durante el aislamiento, nunca se dio orden presidencial al respecto y no debía ser pues la función del ejecutivo federales otra, desde CONACYT no hay iniciativa alguna.
Estos elementos son omitidos en la perspectiva del anteproyecto de ley para CTI que CONACYT ha puesto en la mesa; sin consenso sino sólo disfrazando el proceso.
Es decir, dentro del concepto del anteproyecto, el Estado Mexicano generará la Agenda Nacional mediante un órgano que actúa verticalmente, presidido por el Jefe del Estado Mexicano; es centralizar las decisiones en un mega-poderoso jefe de Gobierno y Estado, no da el tiempo.
El carácter global de la CTI es un contrapunto de la intención localista en un anteproyecto de ley de foco mega-presidenciable; la realidad dicotómica, incluso dialéctica, de lo local y global está ausente en el modelo de CTI que impulsa el anteproyecto de ley por CONACYT.
Estos elementos son importantes para que las necesidades de la sociedad, la mexicana y la mundial, usen al talento formado, la infraestructura instalada y la que se desarrollare tanto como los recursos financieros.
La toma de decisiones vertical es obstáculo para la CTI mexicana.