El episcopado ante el ‘segundo piso de la 4T’
Si usted ha visto malhumorado al presidente López Obrador, la columna de Lourdes Mendoza, Los otros datos del tren maya, publicada este fin de semana en El Financiero dice la causa del enojo. El fiasco explica el decretazo, la expropiación de predios y la remoción de Rogelio Jiménez Pons de Fonatur. El presidente fue engañado por el responsable de la obra. El reporte de avance de los cinco tramos es abrumador: Palenque-Escárcega, 19.7 respecto a 77.7 programado; Escárcega-Calkini, 9.8 de 82.6; Calkini-Izamal 13.3 de 68.1; Izamal-Cancún 20.1 de 67.5; Ciudad del Carmen-Tulum Norte, 0.5 de 20.6. Faltarían Tulum-Bacalar y Bacalar-Escárcega, pero el cuadro no cambia. El Tren Maya registra un grave retraso.
Los datos de avance contradicen lo divulgado recientemente por Reforma que, con base en una entrevista al arquitecto Jiménez Pons, señaló un avance de 40 por ciento, pero no llega ni a 20 por ciento. Las cifras más que inconsistentes son claramente contradictorias. Se engañó a López Obrador, por lo visto, también a Reforma y, consecuentemente, a la opinión pública. El responsable debe dar la cara, decir la verdad y que se desprendan las responsabilidades administrativas y penales del caso para no acreditar la impunidad que ha caracterizado al régimen cuando se trata de los suyos. La rendición de cuentas no está en la agenda del actuar régimen.
El presidente fue penosamente engañado; lo sospechoso es que a Jiménez Pons se le premiara con la subsecretaría de Comunicaciones e Infraestructura y no se le enviara a su casa o a peor lugar. Corrupción en la obra más emblemática de la 4T con un fuerte tufo de complicidad hasta el más alto nivel. No hay sanción ejemplar porque hay colusión. López Obrador cree que todavía es rescatable, y está decidido a todo.
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