Ser periodista es, jugarse la vida
Hugo Páez
La justicia parece ser un tema de total inspiración moral para la Cuarta Transformación, moldeada al ánimo del líder. Se erige en juez que castiga o perdona, que es magnánimo o implacable, a voluntad.
El presidente electo se está demostrando implacable contra jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial, y perdona a Rosario Robles, a Elba Esther Gordillo, a Alejandro Gutiérrez -acusado de desvío de recursos federales por el gobierno de Javier Corral-, y muestra comprensión con el ex gobernador de Veracruz Javier Duarte de Ochoa.
A esa posición le estorba una institución judicial autónoma, estrictamente disciplinada a códigos, normas, leyes, constitución, que, también hay que señalar, no es infalible, pero está en constante depuración. Perfectible como todas las instituciones de las democracias liberales.
Por eso el linchamiento de Andrés Manuel López Obrador al Poder Judicial a través de sus hombres en el Poder Legislativo: Ricardo Monreal Ávila y Mario Delgado Carrillo, dispuestos a deformar la letra constitucional y violentar acuerdos internacionales, con el propósito de someter al único poder autónomo, mediante amenazantes propuestas, sostenidas en el snobismo y en el chantaje de género. Ojo, no paridad, cómo se trata argumentar.
Pero los Magistrados y jueces decidieron defenderse, con un primer golpe a las intenciones de Morena en el Congreso, por medio de un comunicado de la Asociación Nacional de Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito del Poder Judicial de la Federación (comunicado al pie de la nota).
Para formalizar el apoyo, la Suprema Corte de Luis María Aguilar determinó respaldar esta lucha con la creación de una comisión de ‘alto nivel’ que abrirá un canal de comunicación con objetivos estratégicos.
En lengua romance, los jueces y La Corte cierran filas para dar pelea ante la amenaza de vulnerar la autonomía del Poder Judicial, de bajarles salarios, de rotarlos de sus plazas “para acabar con la corrupción” e imponerles una paridad que no consiguen hacer operativamente eficiente ni los mismos partidos.
La Asociación amenaza con acudir a la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, bajo las normas de acuerdos internacionales, sin embargo, en la historia de Latinoamérica, cuando los gobiernos autoritarios se ven amenazados en tribunales internacionales, simplemente se salen de la CIDH -organismo de la ONU- como lo hizo Nicolás Maduro en el 2013, un proceso iniciado por el comandante Hugo Chávez en Venezuela, que no pudo concretar por su estado de salud.
Grave para el gobierno de López Obrador arrancar el sexenio enfrentado con el Poder Judicial. El ministro José Ramón Cossío, a mes y medio de dejar el cargo en la SCJN, pronostica un increíble aumento en el número de amparos por actos de autoridad mal fundados, como las iniciativas de Morena en el Congreso, impulsadas por López Obrador.
Sentencia Cossío en entrevista con el periódico Reforma: “Es un error, un mal cálculo, maltratar al servicio público y después pedirle una heroicidad, a quien a quien sabe que la sociedad lo está denostando… si lo que quieren es una transformación general del país, eso se hace a partir de un servicio público muy potente… si queremos disciplinar la corrupción, disciplinar a las empresas, a la delincuencia, eso se tiene que hacer con funcionarios muy comprometidos, inteligentes y bien pagados”.
El rostro de la Cuarta Transformación exhibe una moral bifurcada a conveniencia: el perdón a funcionarios corruptos colaboradores, y el azote a las instituciones incómodas.
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