Libros de ayer y hoy
En días recientes se ha intensificado la descalificación que Palacio Nacional vierte sobre la universidad pública.
En este caso ha sido sobre la UNAM, pero ya ha habido denostación contra la Universidad de Guadalajara y otras instituciones de educación superior con vocación complementaria en la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI.
Eso sin contar el descredito oficial hacia la universidad privada.
Es distractor desde la homilía diaria o será promovida reforma alguna en este sentido.
El patrón conductual del habitante del Palacio Nacional puede lucir errático, pero no es así; son mensajes a las huestes y declaraciones que orientan actos por ser, precisamente, dictados desde el púlpito del Estado; así de contradictorio pues el púlpito es de órdenes religiosas, aunque Huey Tlatoani se define como juarista.
En ese contexto, no debemos olvidar que hace no mucho el Litio fue tema de mañaneras para luego añadirlo como asunto de la reforma energética que está en discusión.
Tampoco olvidemos que la Ley General de Educación Superior es de reciente promulgación sin cumplir las expectativas estatistas.
Las menciones, pues, en la homilía mañanera a las universidades no deben ser tomadas a la ligera; aun cuando si pueden ser un parapeto para quién resulte ungido o ungida.
El tejido se empieza a propiciar en torno a la CTI; sin que ello signifique que les importe mucho como tal, sino que son coyunturas recientes que podrían calmar o distraer las aguas universitarias, ¿tendrán relación los señalamientos matutinos desde Palacio Nacional?
El presidente de la flamante comisión de CTI en la Cámara de Diputados, postulado desde las filas del verde, lanza, en la instalación, un discurso estatista, coincidente con la iniciativa de CONACYT, que resalta acciones desde la SRE; de hecho, se le asocia con el canciller mexicano.
¿Qué relación tiene con la confrontación reciente a las universidades públicas?
Algunos colegas ven potencial reconciliación con esa relación, pero otro enfoque probable es congraciarse con el gran elector mediante alfiles claramente identificados.
¿Será que se están acomodando algunas piezas para hacer de los designios una realidad?
Es claro que la mayor fuerza en contra del proyecto de ley en CTI se halla en las universidades públicas, provocar al puma, al león negro y otros felinos puede ser delicado; trabajarlos con desgaste y cansancio mientras se entrama la red legislativa es una opción.
El frente reformador de CTI puede ser cubierto por la cancillería ante la falta de oficio político desde CONACYT; total el canciller no ve los tornillos, aunque se caiga el convoy.
Quizá la apariencia y disposición desde la cancillería llegue a ser interpretada como alianza con la Academia, con la CTI, serían votos favorables a la vez de resolverle la iniciativa, para la reforma de esa materia, al ejecutivo federal.
Dar cancha al canciller compensa el sesgo público hacia la jefa de la CDMX; es decir, en la CDMX se tiene equipo propio en CTI, encarnado en la otrora directora de la Facultad de Ciencias de la UNAM, quién ahora es secretaria para esos fines en la megalópolis; pero, la comisión en la cámara de diputados quedó bajo influencia del canciller.
La Comisión en CTI de la Cámara de Diputados no es de las buscadas por quienes ocupan curules; de hecho, al día de ayer aún había vacantes en ella, los partidos políticos han mostrado desdén, por decirlo de alguna manera, a la CTI.
Ante tales huecos se podría dar el caldo de cultivo apropiado para una reforma expedita en CTI; no se requiere reforma constitucional, así que la comisión tendrá voz cantante.
Será tarea sin mayor complicación para el alfil del canciller, a la Jefa de Gobierno de la CDMX se le fue esa ficha, ya que tiene historial profesional en la UNAM quizá le habría sido conveniente que en su casa le vean disposición, en votos todos cuentan.
Del Senado de la República, el otro aspirante está tejiendo redes con gobernadores entrantes; de CTI no se le sabe nada, veremos.