
Reforma en el bachillerato, un paso hacia la modernización educativa
En la entrega inmediata anterior de ésta se ha descrito un posible, nada descabellado, escenario originado desde los señalamientos en Palacio Nacional sobre la universidad pública.
Ese escenario tiene focalizado el ante-proyecto de una reforma de ley en materia de Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI; de suceder, el impacto sería federal sin alcances de reforma constitucional.
Así, el miércoles pasado se da contexto en el poder legislativo, en la Comisión de CTI de la Cámara de Diputados.
A pesar de no necesariamente tener alcances de Reforma Constitucional, por la actual composición del legislativo, el asunto se le puede complicar a la Comisión en la materia dado que en nuestra Constitución Política establece el derecho de acceso a los beneficios de la CTI; con lo que se debe involucrar a la Comisión de Asuntos Constitucionales de esa misma cámara, además de, por la naturaleza transversal de la CTI misma, a la de Educación, Medioambiente, Energía y otras.
Empero hay otra arista del asunto contra la universidad pública; en particular respecto de la UNAM, éste con énfasis en el principal proyecto, o el único, quizá, del habitante de Palacio Nacional: Las elecciones.
Esta arista tiene importancia por el peso específico que la UNAM tiene en la CTI mexicana; es decir, su masa crítica de profesionales de la CTI y otros aspectos en los quehaceres del conocimiento y su aplicación.
Como en otros casos, esta columna sostiene que en la UNAM hay nichos de mejora; pero no se trata de eso cuando en las mañaneras se dice que requiere una sacudida.
Un contexto concreto refiere la carrera electoral del 2024, sobre la cual Huey Tlatoani ha dado un banderazo de salida demasiado adelantado, pero de observación a las lealtades.
No debemos olvidar que antes del proceso federal de renovación de los poderes ejecutivo y legislativo de nuestra nación, está el proceso de rectoría en la UNAM.
Por la masa de estudiantes, docentes y personal en esa casa de estudios, es relevante su influencia en la zona urbana de la megalópolis y de ahí al padrón electoral.
Sin embargo, los impactos podrán ser diversos con alcances de largo plazo; las concernientes a la CTI lucen directos e intrincados.
Un riesgo directo está en la autonomía universitaria; con potencial efecto dominó a otras instituciones de educación superior.
La autonomía universitaria fue una reacción a la tendencia estatista post-revolucionaria, allá en las primeras décadas del Siglo XX, pocas, las menos, universidades se ciñeron a la rectoría oficial, la mayoría optaron por la autonomía.
La fortaleza del tiempo y la razón generalizó a la autonomía universitaria en todo México; acierto indubitable por la trascendencia tanto en educación superior como en CTI, sin omitir la formación de cuadros políticos de diferentes tendencias.
Luego entonces, el control de las instituciones de educación superior ha sido una tentación oficialista en México desde hace más de un siglo; no sorprende que ahora esté en la mira estratégico electoral.
De suceder el control cuatroteísta de la UNAM, la fragilidad y vulnerabilidad del ecosistema completo en la CTI mexicana será un daño próximo futuro en todas las instituciones con vocación al conocimiento.
Aun cuando el reconocimiento extranjero de su popularidad saque sonrisas en Palacio Nacional, los daños, en plural, de esta clase de actos de poder sobre CTI y universidades, así como otros ámbitos, serán enormes, de retroceso, consecuentemente inadmisibles.
Al MARGEN: Atónito escuchaba al Secretario de Salud en su comparecencia ante el legislativo, efectivamente, la evolución ha dotado a infantes con un sistema inmune excepcional, pero asegurar que introducir moléculas “no orgánicas”, dijo, como las vacunas lo afectaría es una de las sandeces mas grandes del oficialismo actual. Las vacunas han disminuido los efectos en infantes ante Poliomielitis, Sarampión, Influenza, etcétera, al fortalecer el sistema inmune, ¡qué clase de secretario de salud, con minúsculas, tiene México!