
Los niños que fuimos
Esto es pura especulación. Pero este monero puede imaginarse lo difícil que debe ser para Marcelo Ebrard en estos momentos, con lo llorón que es y el poco apoyo que ha recibido del presidente, el cacique de Morena, el mesías inspirado que con su dedo fulminante decide al final hacia dónde se debe apuntar la encuesta.
El hecho de que quien será el candidato o candidata de la Cuarta será decidido por una consulta popular, es poco creíble. Con lo autócrata que ha resultado nuestro payasito de palacio, difícilmente lo va a dejar al azar, sobre todo porque la 4T ya no tiene el impulso que se veía al principio de esta oleada política de cara al crucial año electoral de 2024.
Adán Augusto avanza a paso firme con la misma intención de voto, lenta pero progresivamente escalando, mientras que Marcelo ha ido a menos y Claudia, Sheinbaum ha estado dando tumbos, que en promedio la colocan por debajo de su acelerado arranque, pero ya no en el primer o segundo lugar.
Dentro de los conservadores que metichean en la falsa izquierda de Morena, el gallo siempre ha sido Marcelo Ebrard, porque no hizo un mal papel dentro de la cancillería del gobierno de AMLO, aunque la tuvo difícil, mantuvo cierto nivel de dignidad para nuestro país. Además, se ve el menos radical y la posibilidad de que corte la línea umbilical del tiranete tartufo, la que pretende tener activa desde la “Chingada” para controlar a Claudia o Adán Augusto.
Estando así las cosas, no es difícil imaginarse la presión sobre Marcelo, para que, de una vez, estando en tercer lugar, claudique, renuncie, se retire de la contienda, tal como lo hizo (o le hicieron hacer) a Beatriz Paredes en el frente opositor.
Nadie dice nada, se le está dando la oportunidad como se la dieron a Santiago Creel, pero sabemos que Marcelo siempre se escapa por las rendijas de la lealtad, como se escapó a París cuando se descubrieron sus fraudes en el metro de la Ciudad de México.
Así que, dadas las ambiguas disertaciones de Dante Delgado, líder de Movimiento Ciudadano, no es de descartar que Marcelo pudiera irse al final de la encuesta y al ver que quedaran seleccionados Adán o Claudia, ver la posibilidad a través del Movimiento Naranja. En otros tiempos, eso sería considerado un suicidio político, dado que la ciudadanía y el mercado político no apreciaban esas anomalías, pero dado que en estos nuevos tiempos es difícil predecir y pronosticar algo, no sería del todo imposible que Marcelo Ebrard ganara la presidencia a través de un impulso fraccionario que lo dejara en la candidatura de Movimiento Naranja.
Claro que tendrían que ocurrir muchas circunstancias, pero no están del todo alejadas de suceder. Está muy claro que estos tiempos son dolorosamente sorprendentes, y repito, difíciles de pronosticar.