
El uso del pasado
Hoy miércoles cierra la etapa de campañas en el proceso electoral mas grande del México reciente; serán un par de decenas de miles de sillas entre gubernaturas, presidencias municipales y diputaciones, locales y federales.
La contienda se ha concentrado mayormente en señalamientos, desacreditaciones y acercamientos al electorado mediante videos, algunos ridículos, en redes sociales.
Muy poco se supo de propuestas y cuando se sabía de éstas había de dos tipos: Sensacionalistas y realistas.
Un ejemplo claro de las propuestas sensacionalistas, que rondan la frontera del absurdo, está en la candidata a diputada en el noroeste, quien propone haya prótesis de pecho para todas las mujeres; como si el erario tuviera magnitudes para intervenciones estéticas, que son de interés privado, no público.
Las propuestas realistas, muy escazas, se centraron en seguridad y salud pública; ambos temas de relevancia mayúscula dada la violencia en el territorio nacional y los hechos recientes, en mente de todos, de pandemia provocada por SARS-CoV-2; estos dos sí son temas de interés público.
Salud y seguridad pública no son los únicos temas nacionales; están energía, agua, medioambiente, reactivación económica controlada, desigualdad y movilidad social ascendente, etcétera.
Cada aspirante por candidatura ha omitido estos temas intencionalmente.
Esta columna ya ha comentado cómo la Ciencia, Tecnología e Innovación, insertada en una cadena de valor con base en el conocimiento propio –no el de otros-, es capaz de ofrecer soluciones a estos y muchos problemas más.
Aquí un foco de opinión ha sido la carente política pública orientada a CTI como motor de soluciones a necesidades nacionales, regionales y locales.
Sobre esto nada han propuesto quienes quieren nuestro voto; ni qué, ni cómo, menos cuándo, se usará CTI para desarrollar soluciones a los problemas en México.
Aún falta que las y los vencedores hagan sus planes de acción; quienes logren una gubernatura, planes de gobierno; quienes logren curul, adhesión a agenda legislativa partidaria.
Ese hecho abre una ventana de oportunidad en el caso de gubernaturas para incluir la CTI en los planes de gobierno.
En el legislativo, el federal o los locales, al ritmo que va el asunto, para variar, lo que sigue es “chapulineo”, estrategia numérica para alcanzar posición -¿o posesión?- de las comisiones de interés de cada partido; negociaciones para la JUCOPO, por ejemplo.
El Senado de la República ya ha amagado con una nueva reforma política; en realidad sólo son reformas en materia electoral.
Cada reforma electoral ha sido impulsada por el interés de los partidos para lograr control político sobre los demás; para tratar de controlar las reformas o promulgación de leyes, no es asunto menor.
Esa materia, la electoral, ha sido la más reformada en los decenios recientes; adelantándole en la fila de normas relevantes en otras materias, como la CTI entre muchas más.
En la fila legislativa está la reforma a la Ley de Ciencia y Tecnología; muy discutida, como nunca antes, en medios.
Dos propuestas estarán en la mesa, una ha sido redactada por el ejecutivo federal y la otra es ciudadana presentada por un par de legisladores luego de hacerla suya.
Tampoco es tema menor, diversos asuntos están en la discusión; además de los obvios como financiamiento y estructuración de un sistema nacional en CTI.
Una breve lista incluye: La posible militarización, luego de la autorización legalizada para que las fuerzas armadas participen en temas de CTI; el control de la CTI mediante una agenda de estado; la discriminación o inclusión de profesionales de la CTI en instituciones privadas; la política para emprendimiento basado en la CTI, motor de una economía sólida y resiliente; la inclusión normativa de la línea de madurez de los productos de la CTI, hecho que permitiría focalizar los esfuerzos.
La actividad en favor de la CTI no termina con el proceso electoral, tampoco al entregar una legislatura o gubernatura, es continua, seguiremos.