Llegará Estado de silencio a Netflix este jueves
La noche triste del lunes en Cancún terminó en tragedia por estupidez y negligencia. El saldo, dos reporteros heridos de bala, ocho lesionados, decenas de golpeados y una multitud humillada.
La orden policiaca fue disparar al aire para dispersar la protesta contra el feminicidio de la joven activista Bianca Alejandrina Lorenzana Alvarado, conocida como “Alexis” por su nombre de usuaria en redes sociales. Alexis desapareció el 7 de noviembre; su cuerpo fue localizado con claras huellas de violencia, dentro de bolsas plásticas, dos días después.
La violencia del lunes cimbra a Quintana Roo y al país.
Sacude al gobernador Carlos Joaquín González y a la alcaldesa Hermelinda “Mara” Lezama. Un rayo parte al secretario municipal de seguridad, Eduardo Santamaría, al secretario general, Isaac Janix, y al celebre encargado de seguridad estatal, Alberto Capella.
Desde Palacio Nacional, el presidente condenó la brutal represión de los “gorilas” uniformados. El gobernador, Carlos Joaquín González, ordenó ir a fondo; se cura en salud; tiene miedo. La alcaldesa “Mara” Lezama, se hunde; busca como salvar el pellejo ante la ingobernabilidad rampante en el municipio bajo su mando, donde además del Covid se padece la pandemia del injusto machismo patriarcal y la violencia feminicida.
Lo de Cancún rompió todos los protocolos establecidos en materia de contención y protección ciudadana. Nos pone en ridículo, dentro y fuera. La Oficina del Alto Comisionado de la ONU condenó el uso excesivo de la fuerza y de armas por parte de la policía, pasándose por al arco del triunfo el respeto y la protección del derecho a la libre manifestación evitando el uso de armas letales en protestas pacíficas.
Lo ocurrido es otro ejemplo palpable de furia social, incendiada por la brutalidad, la ignorancia, la incapacidad y la estupidez imperdonable.