Ironía
Primer acto: Siendo un conocido político del sureste mexicano, de repente tus aspiraciones para ser presidente de un partido político en declive se ven apoyadas por el propio líder de la nación, solo que éste es de un partido diferente al tuyo. De hecho supuestamente es un enemigo jurado.
Segundo acto: de pronto una persona allegada al presidente de la República, ahora gobernadora, y en su momento tu contrincante político, expone evidencia escandalosa contra ti por diferentes actos de corrupción, crimen y declaraciones inmorales.
Tercer acto: el presidente de la República lanza todo su esfuerzo para pasar modificaciones a la conformación de la guardia nacional y convertirla en parte de la Secretaría de la Defensa Nacional. Solo lo puede detener la alianza opositora, de la cual tu partido forma parte. El presidente hará lo que sea por lograr la militarización del gran organismo de seguridad. Ahora estás acorralado, tienen evidencia contra ti, están a punto de hacerte pedazos y ¿que haces? decides mejor alinearte con el presidente y su movimiento político.
Esta triste pantomima solo puede verse de una forma, ha sido la derrota más contundente, humillante y vergonzosa de un partido político de por sí caduco, envilecido y desahuciado. El partido revolucionario institucional ha sido desde hace varias décadas señalado por toda la sociedad mexicana como una de las peores instituciones políticas que hemos tenido. No solamente por el periodo conocido como la dictadura perfecta que sostuvo 70 años en el poder al PRI. Sino por los funcionarios públicos designados y electos de los cuales pocos se escapan de ser señalados como Especímenes de la peor clase política nacional que alberga solamente monstruos y basura.
Eran intocables. Todavía hasta hace poco estaban cubiertos por un halo protector que viene con la política misma. Pero se han quedado sin recursos económicos, políticos y sociales. Ahora se tienen que rascar con sus propias uñas, han sido sometidos hasta convertirse en el partido cancerígeno que es repudiado por todos los ciudadanos mexicanos. Solo los más recalcitrantes de sus militantes parecen aferrarse a ese emblema tricolor.
Solamente la propia estupidez y el repudio que genera la cuarta transformación les ha dado un poco de vida. Solamente el haberse aliado con el PAN y el PRD les dió vida suficiente para resistir este sexenio. Pero ante el sometimiento efectuado de manera apabullante y magistral por el presidente de la república y su caterva de mafiosos de la nueva era, el PRI prácticamente ha quedado condenado a muerte.
Ni siquiera tiene la capacidad de ser partido comparsa como lo fue en su momento el verde o el partido naranja. Actualmente su posición de patiño, traidor y por supuesto villano de más de un casi un siglo, se ha reducido posición a la base, no, más bien al subsuelo de la pirámide alimenticia de la política mexicana.
La traición de Alito no solo fue contra su partido, también fue contra la alianza con los otros partidos de oposición, y se convierte ahora en una traición a la propia nación, una acción digna de compararse a sus otros grandes momentos negros como lo fueron la matanza de Tlatelolco o las crisis económicas del siglo pasado.
Este momento imborrable e imperdonable tiene solamente una delgada línea de positividad para la oposición. Aunque le resta desafortunadamente poder, ya ha quedado más claro que el origen y la verdadera posición ideológica de MORENA y la 4t es el PRI. Y que pretenden llegar a crear una hegemonía como la que este partido tuvo en los pasados años. Por las buenas o por las malas
Este monero lamenta el derrumbe de esta horrible institución política, caldero de todos los males. Pero no lo lamento por el propio PRI, sino por lo que ha perdido México.
El futuro se ha pintado aún más tétrico. Ahora si que… ¿quien podrá salvarnos?