Ni verdad, ni justicia
El manejo del gobierno federal mexicano a la pandemia por COVID19 fue un desastre, así lo muestran los datos; oficialmente se cuentan muchas centenas de miles de muertes por COVID19, hechos contrastantes al falso dicho palaciego.
Otra situación demuestra que hay mas brechas entre los intereses del gobierno federal y aquello que, entre otras prioridades, tiene la sociedad para alcanzar bienestar; a saber, salud, economía creciente, empleo, educación elemental, media y superior hasta otras menos socialmente asimiladas, que son importantísimas, como Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI.
Por ejemplo, los casos de viruela símica tienen incremento drástico sin que la autoridad, siquiera, tenga un registro completo y preciso, de hecho, hay subregistro, mucho menos que estén tomando decisiones, ya que para ello se requiere información precisa y determinación política para cumplir con su mandato de ley.
Este asunto es gravísimo, de nueva cuenta, pues no hay una estrategia basada en la CTI ni en salud pública.
Además, ya está aquí la temporada invernal con las afectaciones de salud por variantes de influenza y otras enfermedades respiratorias, ello sin que exista una cobertura de vacunas, se requieren millones y no se han implementado los programas públicos y en el contexto privado va a cuentagotas por temas de distribución y trámites oficiales.
Esos dos importantes temas, viruela símica y vacunación anti-influenza, son emergentes; pero también el desastre es de largo plazo, el presupuesto público federal para las ciencias médicas tendrá disminución en 2023; sin duda, la composición en la cámara de diputados no permite prever cambio alguno, hecho al que se suma no mover ni una coma a las iniciativas autócratas desde palacio nacional.
Así, padecimientos por diabetes, nutrición, condiciones cardiovasculares, cáncer, infecto-contagiosos y muchos otros estarán, un año mas, sin continuidad ni en la proyección ni seguimiento en las investigaciones científicas requeridas para proveer de soluciones, basadas en CTI, a esos problemas de salud pública.
Dadas las prioridades electoreras y muy personales se han descuidado la conformación de políticas públicas en favor de la población, el recurso oficial (también hay extra-oficial, en efectivo, pues), se ha destinado al clientelismo electorero, con omisión de las necesidades de la sociedad.
Si bien los procesos electorales son de interés público no son, ni por mucho, la única preocupación social, menos constituyen, como ha quedado demostrado en la actual administración pública federal, una ruta clara para el bienestar social.
Huey Tlatoani tiene razón cuando dice que sin el pueblo, electores, pues, no se puede llegar al poder, pero, lo que omite, es que conservar el poder es inviable sin el bienestar del pueblo, a menos que se quiera romper el orden democrático; ahí hay médula.
Otra omisión grave es que hay obligación de ley para el cumplimento del mandato, en distintas normas, de quienes somos gobernados, la falta puede implicar sanciones a menos que se asegure control de la sucesión; otro asunto medular.
A la fecha, el desastre y faltas en la CTI, en lo que se refiere al manejo de las decisiones en esta materia per se, no implica sanciones punitivas, pero sí lo pueden ser, si hay denuncia o querella, actos que CONACYT ha concretado; esos asociados a resoluciones judiciales como desacato a autoridades, actos de autoridad como la discriminación a profesionales en instituciones privadas, al desvío y asignación de recursos sin convocatorias, también designaciones fraudulentas y conflicto de intereses en nombramiento en el SNI, entre muchos mas.
El dicho desde palacio nacional que califica de politiquería todo lo que no le acomoda a la homilía mañanera no es suficiente para que la responsabilidad, en distintas materias, sea infundada; salud, telecomunicaciones y transportes, medioambiente, CTI, seguridad pública, con reciente desdén al legislativo por titular de SEDENA, y mas asignaturas.