¿Cooperar desde la desconfianza?
Fracasada la reconstrucción de la guerra fría por la imposibilidad de Rusia y China de regresar a los tiempos del equilibrio bélico nuclear, la Casa Blanca de William Clinton a Joseph Biden ha tratado de construir nuevos valores de dominación de países antes dependientes de la competencia capitalismo-comunismo.
Se trata de un modelo al que se puede caracterizar –a reserva de estudios científicos sociales más profundos– como posimperialismo, es decir, el ejercicio del poder absoluto de dominación de Estados Unidos y Rusia para construir alianzas militares-estratégicas-económicas como en los mejores años de la guerra fría entre Brézhnev y Ronald Reagan.
La visita del excandidato presidencial demócrata John Kerry a México en su condición de comisionado especial para el cambio climático estuvo precedida de mensajes de endurecimiento de la Casa Blanca contra aquellos países que no se sometan a los intereses estadounidenses englobados en el concepto estratégico de “cambio climático”.
Pero existen evidencias de que es cambio climático carece de consenso interno, como se vio en la decisión del presidente Donald Trump al abandonar el Pacto de París. Ahora Biden quiere caracterizar la estrategia de cambio climático como un instrumento de presión política y geopolítica de la Casa Blanca sobre los países que tienen prácticas productivas rudimentarias y que carecen de posibilidades de reconversión industrial para tratar de frenar el deterioro del medio ambiente.
Lo mismo ocurre con otras cuatro variables que habían sido inofensivas en la política exterior imperial de Estados Unidos y que hoy son instrumentos de coerción y dominación sobre otros países: el narcotráfico en los países productores y traficantes, pero frente a la demanda de droga de la sociedad estadounidense que tiene que ser satisfecha de cualquier modo; la democracia que quiere reconstruir a EU como el faro internacional de un sistema político que sirve exclusivamente a los intereses del capitalismo explotador; la ciberseguridad que forma parte de la estrategia de seguridad nacional de la Casa Blanca, pero como factor de dominación de otros países y de control de los avances tecnológicos; y el regreso de Washington a su papel de policía del mundo para vigilar con el ejército el funcionamiento del capitalismo imperial en todo el mundo, aunque después de los fracasos militares en el Medio Oriente.
Ninguno de estos cinco puntos que definen hoy la política de seguridad nacional de la Casa Blanca tiene la suficiente validez como para convertirse en un factor de dominación y subordinación imperial, como lo era hasta hace poco el comunismo por su condición de amenaza de sistema productivo frente al capitalismo depredador que vivía de la exacción de recursos de los demás países del mundo.
México tendría condiciones y circunstancias para darle el avión al enviado Kerry, aunque la oportunidad existe para reclamar la influencia negativa del capital estadounidense invertido en sectores productivos y especulativos mexicanos y asumir el argumento de que primero resuelva Estados Unidos el problema de su capacidad productiva que deteriora el medio ambiente y después estaría en condiciones de buscar cooperación de la buena voluntad de otros países para darle prioridad al cambio climático.
Como se vio en la visita de Kerry, el presidente Biden utilizó el cambio climático como un pretexto para que la Casa Blanca anunciara una etapa de presiones sobre decisiones soberanas de México con respecto a su capacidad productiva, pero con la decisión imperial oculta de que la presidencia de Estados Unidos es una extensión de los negocios de explotación capitalista de la inversión norteamericana en el mundo. En este sentido, Kerry debió haber sido recibido como un lobista de los capitales depredadores de la inversión estadounidense y no como el representante de un Estado.
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Biden, por los suelos. la aprobación presidencial de Joseph Biden anda ya por los suelos. La estadística consolidada del sitio Real Clear Politics registró que la aprobación llegó a 39.8% contra una desaprobación de 54.4%, la más baja que haya tenido algún presidente estadounidense.
Política para dummies: la política es el mecanismo de dominación sobre el otro y se define en realidad como poder imperial.
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