¡A REFERENDUM! Reforma Judicial
Por lo visto la oposición no termina de aprender y no terminará. En vez de empezar ya
acciones que la lleven a construir de verdad, auténtica, congruente y atractiva oferta
para la elección presidencial de 2030, sigue ocupada en recriminaciones entre sus
propias filas y dirigentes.
Nadie se quiere hacer responsable de la derrota y mucho menos ofrecer disculpas por
el fracaso.
Lo más fácil, y no se lo merece, es echarle la culpa a Xóchitl Gálvez. Decir que fue
una pésima candidata.
Xóchitl le entró porque se lo rogaron o se lo exigieron, al ver que no tenían a nadie
más para competir en la elección presidencial. Además, para ella no era meta en lo
inmediato. Su plan, en primer lugar, era competir por la jefatura de gobierno en la
Ciudad de México.
Entendible que mirara hacia la jefatura capitalina, por su argumento de que necesitaba
experiencia de gobierno, de administración en la ciudad más grande en población de
nuestro país. Después iría por la presidencia.
Al final, la convencieron.
Una vez nominada, nadie de la oposición afirmó que fuera mala candidata. Por el
contrario, le encontraron muchas virtudes y otras se las inventaron, nada más que el
proceso interno para postularla no fue el más transparente e imparcial que habían
ofrecido.
¿Se acuerdan que Alejandro Moreno, dirigente priísta, interrumpió el proceso para
anunciar que las encuestas favorecían a Xóchitl?
Lo hizo cuando crecía y crecía la figura de la senadora Beatriz Paredes. Había
demostrado la tlaxcalteca en la contienda que era mejor aspirante, con un discurso
estructurado y vanguardista.
Había línea de que fuera Xóchitl y fue Xóchitl.
Las consecuencias ya se conocen.
Hoy la oposición solo la ve culpable a ella. Olvida el descrédito que tienen los partidos
que la postularon, el arreglo en lo oscuro que hizo el panista Marko Cortés en
Coahuila y la negativa reputación de Alejandro Moreno por su enriquecimiento y
actuación como gobernador en Campeche.
Las grabaciones de Alejandro exhibidas, sobre todo en las redes sociales, ahí siguen.
Dejó testimonio que lo suyo es velar por sus intereses, al precio que sea, sin el menor
remordimiento.
¿A poco ya se olvidó su afirmación de que “a los periodistas hay que matarlos de
hambre?
¿Y cuando se fue por la libre en materia legislativa y rompió el pacto con los partidos
aliados?
Por si algo faltara, como si se lo merecieran, Alejandro y Marko se inscribieron en los
primeros lugares de las listas plurinominales, para asegurar llegar por esa vía al
Senado.
A Jesús Zambrano nadie le niega su historia como luchador social. Desde que regresó
al marco legal, porque fue guerrillero, se ha caracterizado por defender sus principios
conforme a Derecho. Lo que no pudo evitar es que su partido no alcanzara el 3 por
ciento de la votación nacional, necesario para la conservación del registro oficial
otorgado por el INE.
Con estos antecedentes de partidos y líderes es injusto culpar únicamente a Xóchitl
de lo que sucedió el 2 de junio.
De seguir en esa tesitura, la oposición, al menos la que apoyo a la oriunda de Hidalgo,
estaría dando pasos a su extinción.
Es lo que va a suceder si los dirigentes siguen en sus pleitos, intercambiando
reproches, en vez de ocuparse en la construcción de una nueva alternativa, algo
distinto, con caras nuevas para la elección presidencial de 2030.
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