Ser periodista es, jugarse la vida
Las contradicciones desde CONACYT son profundas, la explicación está en una de dos: o padecen algún trastorno de la conducta o hay una encomienda desde Palacio Nacional contra la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI. Por lo menos dos asuntos lo sugieren.
El Primero.
En días pasados se supo de la cancelación, por parte de CONACYT, sobre las becas del Sistema Nacional de Investigadores, SNI, a quienes tengan adscripción en la Universidad Iberoamericana, UIA.
El contexto es el siguiente. Las y los profesores de tiempo completo adscritos a la UIA no siempre han gozado esta beca del CONACYT. Antes, quienes han merecido membresía del SNI, recordemos que tal membresía se otorga sólo si hay productividad en CTI, recibían de la UIA un sobre sueldo, un estímulo, como equivalencia a la citada beca. En años recientes se dio carácter oficial desde el Gobierno Federal; para lo cual se firmó un convenio entre CONACYT y la UIA; vigente, pero cancelado unilateralmente por el primero hace unos días.
La UIA es una institución de capital privado, sus profesionales en CTI generan conocimiento que se publica en revistas de rigor científico, como aquellas donde lo hacemos quienes trabajamos en instituciones públicas. Si México quiere fomentar la CTI, no debe excluir ni discriminar a profesionales en la materia; ¿Es discriminación retirar el apoyo federal convenido sólo por ser empleado de la iniciativa privada? ¿Qué sigue, retirar becas a connacionales que estudien en el extranjero?
Ahora bien, el capital privado podría ayudar en momentos donde los recursos públicos escasean; sí, es buena idea, empero no es esa la preocupación. El manejo no ha sido ese desde CONACYT sino simplemente una cancelación unilateral, al compás de calificativos y quizá con incumplimiento legal del convenio signado. Por lo menos hay una incapacidad política riesgosa.
Parece recorte a las barbas del vecino, sucederán amparos.
El segundo.
Los llevados y traídos fideicomisos son varios, aquí trato los que han fondeado CTI porque son los que conozco de primera mano. Supongo que situaciones similares existen en los otros; no tengo elementos, ni se han provisto desde autoridad alguna, para pensar lo contrario.
Ayer un medio reportó, cosa que la comunidad CTI hemos sabido desde hace tiempo, que la ahora Directora General del CONACYT fue beneficiaria de los fideicomisos por varios millones de pesos. Tal vez hizo la mejor investigación que pudo, eso se debe evaluar mediante rendición de cuentas como lo hace todo mundo ya que ¿acaso hubo malos manejos en sus proyectos?, quizá ¿la otrora profesional de la CTI financió transnacionales con los recursos que le fueron otorgados? Ahora desde la posición de autoridad pública en CTI ha apoyado la extinción de estos con respuestas positivas a las preguntas anteriores. Esto trae consigo profundas afectaciones y un gran retroceso para México.
Los fideicomisos de los Centros Públicos de Investigación, CPIs, del CONACYT no han estado en el radar de Palacio Nacional porque los fondos que tienen son muy bajos, no porque le interesen a Huey Tlatoani. ¿Quizá cerrarían CPIs para tomar más recursos ante una mala gestión en finanzas públicas?
A remojar las barbas, ya han mostrado que cancelan lo que sea de un día para otro. Es consecuente que profesionales de la CTI piensen en migrar a otros países, como ya lo han externado públicamente algunos.
El contrapeso de actos públicos debe estar en el balance de poderes. México es una República, el Poder Legislativo debería funcionar como un contrapeso en la federación, no sucede por subordinación político-electoral.
A la vez, México es una Federación de Estados Libres y Soberanos. Otros contrapesos también están en los gobernadores. La defensa de los fideicomisos está en la controversia constitucional que han anunciado 10 gobernadores; es la alternativa.
La alternancia es de celebrarse, no la ausencia de contrapesos de poder. La ruta 2021 está a la vuelta de la esquina o pongamos las barbas a remojar.