Libros de ayer y hoy
En recientes días, en una entrevista el señor Antonio Attolini hizo unas declaraciones personales que causaron principalmente tres tipos de reacciones.
En primera instancia fue fuente de muchos memes y comentarios escritos burlándose de sus palabras. Otros respondieron con total indiferencia al no reconocerlo como una persona importante en la vida nacional, o porque realmente lo dicho por él no requería de mayor atención. Y la tercera categoría son los que respaldaron sus palabras, pero de ellos hablaremos después.
Lo dicho por este personaje es más o menos una alabanza exagerada hacia Andrés Manuel López Obrador, comparándolo con personajes históricos y religiosos que en realidad pertenecen a un nivel superior que el peje. Por mucho.
Sin importar si hay o no respaldo de cualquier ciudadano en su sano juicio sobre la figura de Andrés Manuel López Obrador, lo dicho por Antonio Attolini puede solamente caber en el margen de la farsa y la exageración.
Aquellos que siguen y apoyan al presidente, y lo hacen de forma objetiva y consciente saben que no es necesario llegar a esos extremos de investirlo de una personalidad irreal, inhumana, mística o lejana en las circunstancias históricas.
Sin embargo, preocupan aquellos que además de apoyar a Andrés Manuel, hacen eco de los pensamientos de Antonio Attolini . A ellos me es fácil clasificarlos en dos grupos. El primero consiste en aquellas personas de buena fe y precisamente porque son personas cuyas creencias sustituyen cualquier acervo de conocimientos reales, comprobables y objetivos. Y claro que nuestro país está lleno de estas personas, somos por tradición, cultura y mestizaje un pueblo que fácilmente acepta creer antes que entender. A estas personas que solamente tienen su fe como herramienta de supervivencia, es muy fácil venderles un bulo de este tamaño. Y todavía peor cuando antes de lo dicho por Antonio Attolini ya existe un manto de mesías, redentor, profeta, salvador, santo y otras cosas, hecho a la medida de nuestro presidente durante muchos años de estarse elevando a sí mismo a esta imagen que para muchos es absurda, vana y un verdadero engaño.
El segundo grupo de creyentes en estas palabras son aquellos que aprovechan este proceso de mitificación de Andrés Manuel para solventar un gobierno que carece de una ideología, una plataforma sustentable y un plan, más allá de sus ridículas promesas de campaña por todo el mundo conocidas como populistas, y sustituyéndolas con las coléricas, inflamadas y seductoras ideas insostenibles, que se conjugan en el concepto de la famosa cuarta transformación.
Es decir, carente de verdaderas propuestas, estrategias, líneas y planes, los proyectos de la 4T piden más feo que nada. Ante el escrutinio de los observadores neutrales que analizan nuestro país y la situación, la mayoría de las ideas tercas del Peje resultan, cuando menos, mejorables. Cuando menos. En el consenso, si entre la mayoría de los críticos del actual sistema, existen quienes le conceden un poco de tolerancia y apertura en el juicio, le conceden tan solo sus supuestas buenas intenciones.
Así pues, quienes están propagando este halo de heroicidad y santidad a Andrés Manuel, intentan resanar las enormes grietas que presenta su gestión chafa y chambona, con nada más que polvo y saliva.
La verdad Antonio Attolini ha crecido en presencia mediática, pero sigue siendo un vocero bastante malo y mediocre de la 4T, con aspiraciones a cargos públicos.
Y dado que se ve que tiene una base muy elemental en cuanto a conocimientos sobre la situación nacional y los devenires de la política, este monero concluye que solamente una de dos sopas: o es un malvado charlatán, siniestro, maquiavélico, manipulador y busca no solo el favor directo del presidente sino la atención de su propio movimiento, la cuarta transformación, y llamar a los reflectores sobre su persona.
La otra sopa es que el señor Attolini Murra pudiera ser una persona con alguna deficiencia en sus capacidades mentales o cognitivas, ya que si él verdaderamente cree que Andrés Manuel López Obrador es digno de ser comparado con Nelson Mandela, Mahatma Gandhi y el mismísimo Jesucristo, tal vez su discurso sea un grito de ayuda para recibir atención psiquiátrica o algo por el estilo.
Y en una última confesión, Este monero les dice: amigos, les juro que desearía dibujar menos a esta clase de tarados, pero si es nuestra cruzada proponer una mentalidad más analítica, objetiva y consciente en quien nos hace el honor de leer y mirar nuestras publicaciones, es necesario observar las grandes regadas de nuestro señor presidente tanto como las pequeñas estupideces de sus achichincles, por más absurdos y ridículos que éstos sean.