Libros de ayer y hoy
El aeropuerto de México
La historia de la consulta nacional para la construcción del aeropuerto nacional en Texcoco o Santa Lucía es un tema bastante cansado porque se desgastó a tal grado caímos en el hartazgo.
Hace unos cuantos días se inauguró en Turquía el aeropuerto más grande del mundo que podrá recibir a 90 millones de pasajeros y a 200 millones en su etapa final, se dice que generará 225,000 empleos directos y su propuesta es la aportación de un 5% al PIB. Esta era la competencia de México.
El presidente electo sometió a una consulta sui géneris la cancelación del aeropuerto en Texcoco para realizar la obra en Santa Lucía y para ello se instalaron cierto número de casillas en todo el territorio nacional, sin organización de ningún tipo y sin que el resultado después de los días que duró el ejercicio sea representativo.
Todo esto se ha dicho hasta el cansancio y las opiniones van desde el aplauso al convocante y su exaltación, hasta los extremos de fatalismo rayanos en la ignorancia y escándalo.
No es el espacio para discutir cuestiones jurídico-constitucionales ni de naturaleza económica o laboral, pues sólo basta tener presente que el presidente electo llevó a cabo a su antojo un ejercicio político en el que se simuló una herramienta de democracia participativa, no vinculatoria, y encendió los ánimos.
El ejercicio lo hizo entre el vocerío de inconformes y que su resultado impactó más a nivel mediático que en los estratos financieros y económicos, no es la consulta pública que permite la Constitución, por eso su resultado no vincula y por lo mismo no obliga.
El ejercicio político como lo hizo López Obrador no está prohibido por la Constitución a menos que el mismo tenga efectos en los ingresos y gastos del Estado.
La democracia no es una forma de ejercer el poder sino un estilo de vida. México adoptó ser una república democrática, federal y representativa. La soberanía como cualidad del Estado, se divide para su ejercicio en tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. Esos tres poderes garantizan el equilibrio democrático y le dan rostro a la democracia representativa, que es distinta a la democracia participativa.
El propio artículo constitucional establece los temas prohibidos que no pueden ser sometidos a una consulta pública; ellos son los relativos a la restricción de los derechos humanos; a los aspectos electorales; los ingresos y gastos del Estado, la seguridad nacional y la organización, funcionamiento y disciplina de la Fuerza Armada permanente.
Este tipo de consulta constitucional solamente puede ser convocada por el Congreso de la Unión a petición del Presidente de la República (en ejercicio) o por el equivalente al 33 % de los integrantes de cualquiera de las cámaras del Congreso de la Unión, o por los ciudadanos en un equivalente al menos del 2 % de los inscritos en la lista nominal de electores. No fue así, porque era solo un ejercicio político.
Un tema básicamente prohibido para ser resuelto en una consulta pública es modificar el tipo del régimen político de México, que adoptó en el artículo 40 constitucional y por eso nos constituimos en una república representativa, democrática, laica y federal; entonces, la voluntad se ejerce a través de la democracia representativa y no mediante la democracia participativa, porque esta última equivaldría a cambiar de régimen político que no ha sido decretado aún por el Poder Constituyente.
Turquía podía haber sido la meta de competencia del proyecto para realizar la obra del aeropuerto en Texcoco y no en Santa Lucía y es claro que deben revisarse todos los contratos nacionales e internacionales para precaver el interés de la Nación, modificando los necesarios, ajustar los precios, valores y tabuladores, penas convencionales o rescindir administrativamente los que así lo ameritaran y jurisdiccionalmente los que hayan implicado una lesividad al Estado.
El presidente electo tiene el deber de respetar al pueblo que lo eligió y evitar jugar con ejercicios políticos como en el que acabamos de ser testigos y solamente confiamos en que la reflexión y sensatez, así como en lo sólido de las instituciones que aún existen en México para que den cauce a las aristas que surgieron a raíz del ejercicio inédito.
En tanto, debemos tener serenidad y juicio, suavidad y maña ‒diría el Virrey de Iturrigaray‒.