
El uso del pasado
Ha quedado vacante el sitial de ministro de la Corte que desempeñó durante quince años José Ramón Cossío Díaz, jurista de criterio sólido y liberal. El foro mexicano y la impartición de justicia queda sin un bastión importante de la Corte. Se va un hombre independiente y de criterio que enorgulleció con sus fallos la calidad en la impartición de justicia.
Ahora el presidente López Obrador ha presentado su terna al senado para la designación del sustituto y propone a Loretta Ortiz, académica e investigadora en derechos humanos que colaboró con el gobierno electo en la organización de foros para la pacificación en México. Tiene una cercanía indiscutible con López Obrador, pues además su esposo José Agustín Ortiz Pinchetti, fue secretario general de gobierno de López Obrador.
Cecilia Maya García, magistrada del Tribunal de Justicia de Querétaro con afinidad ideológica con López Obrador y algún affaire electoral con MORENA.
Juan Luis González Alcántara, con un pasado en el caso del ministro Góngora y que fue propuesto por el propio López Obrador como candidato a la fiscalía general y expresidente del Tribunal Superior del Distrito Federal cuando López Obrador era Jefe de Gobierno.
Podrá verse la cercanía de los tres candidatos que integran la terna del presidente de la República para ocupar el puesto de ministro que se encuentra vacante con la ausencia de Cossío.
¿Hasta dónde cualquiera de los tres propuestos garantiza al pueblo de México una verdadera independencia judicial?
En lo personal y dejando a salvo desde luego la capacidad intelectual que pueda tener cada uno de ellos, me resulta obvio el compromiso personal que tendrían o tienen con el presidente López Obrador y esas aproximaciones asoman una duda sobre su independencia judicial.
El presidente se ha dicho liberal y no es cierto, no lo es. El liberalismo es un modo de entender la naturaleza humana y una doctrina que se basa en la defensa de las iniciativas individuales y busca limitar la intervención del Estado en las iniciativas individuales; es un sistema filosófico y político que promueve las libertades civiles y se opone al despotismo. Algo muy diferente a lo que venimos viendo con la llamada “Cuarta transformación”.
Las democracias representativas (no las participativas) y sus principios se basan en las doctrinas liberales. No lo vemos en el caso.
Para la justicia cotidiana la independencia judicial es la mayor garantía para asegurar el respeto de los derechos humanos, las libertades e iniciativas individuales del sector social y del sector privado y el derecho a contar con una justicia que permita al ciudadano vivir tranquilo.
La independencia judicial es el valor ético sustancial en la impartición de justicia.
No creo en lo personal que la propuesta de la terna reúna por sus antecedentes la cualidad de independencia respecto del titular del Ejecutivo.
Dejando a salvo las condiciones personales de los integrantes de la terna y con el debido respeto del poder político al presidente de la República, no creo que en la Corte puedan ser independientes frente al poder Ejecutivo, frente al Legislativo y frente a los dos juntos.
En la época realmente liberal y ya lo dijo Daniel Cosío Villegas en su obra “La Constitución de 1857 y sus críticos”, los magistrados eran “…independientes, fiera, altanera, soberbia, insensata, irracionalmente independientes; eran los hombres de esa época y sólo eso ¡hombres! Hombres sin embargo, de quienes ha dicho admirativamente Antonio Caso que parecían gigantes…”
La terna proporcionada por el presidente de la República no reúne esas cualidades virtuosas, de ser fiera, altanera y soberbiamente independientes.
Para concluir con Cosío Villegas:
“Nosotros, después de tantos años de amargas experiencias, duro el colmillo, estragada la fe y corroído por el escepticismo todo el ser, parecemos incapaces ya de confiar al hombre y a la ley la solución del problema de la tiranía y el del servilismo del gobernante y del hombre en general. Pareciera que cada vez nos inclinamos más a confiarla al milagro, al toque de una varita de virtud y que lo único que nos falta es saber dónde está la varita y cuántos golpes hay que dar con ella para que por ensalmo desaparezca lo malo y en su lugar reine lo bueno, sólo lo bueno.”
Gustavo Barrera