Libros de ayer y hoy
Hoy, cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador festejará su primer año como gobernante del país, vale la pena preguntarse si era necesario el mitin de esta tarde en el zócalo de la capital del país y la pachanga previa.
Dice que informará el estado de la nación, a sólo siete meses de asumir el poder, en medio de un andar errático, que no termina de convencer.
No es fácil, se trata de un territorio soberano con 130 millones de mexicanos y otros 15 millones en el exterior que nunca han abandonado su tierra, porque aunque no vengan, mandan sus dólares y están al pendiente de sus familias.
México es un país enorme, la decimoquinta economía del orbe, de acuerdo con el Banco Mundial, con un presidente que no le gusta salir más allá del Río Bravo o el Suchiate y prefiere que el canciller Marcelo Ebrard lo represente en el extranjero como ocurre ahora en la cita del G20 en Japón.
«La mejor política exterior, es la interior», afirma el tabasqueño.
En ese sentido, no cabe duda que sí ha hecho política todos los días en el país, recorre los estados y les lleva promesas. Son las promesas a lo AMLO, no 100% seguras.
A San Luis le ha quedado a deber varias en este gobierno sietemesino. Una de las que más sonó, es que iba a traer a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) con todo lo que eso significa en número de empleos y derrama económica, más allá del déficit de vivienda y servicios que pudiese haber para recibir al gigante burocrático, pero el proyecto de mudanza de las secretarías centralizadas en la capital del país está empantanado, sin avanzar.
Otro de los pendientes es la posible construcción de un nuevo aeropuerto en la huasteca potosina o la ampliación del que existe en Tamuín, para detonar el turismo en una zona que ha tenido un crecimiento sostenido en este rubro de la economía, gracias a sus maravillosos parajes, ríos y clima, pese a brindar un mal servicio.
Y lo más reciente fue ofrecer la protección de la Sierra de San Miguelito, devastada por un incendio duradero, uno de los más largos de la historia de esta ciudad, pero convertido en botín político y económico para el desarrollo inmobiliario.
Son los tres principales compromisos que se recuerdan, más allá de sus acciones de justicia social en el reparto de dinero público para los que llama pobres.
Hasta el momento, a decir verdad, nuestra verdad, el gobierno federal no ha hecho gran diferencia en San Luis Potosí.
La Guardia Nacional, sin embargo, podría ser el principal éxito del tabasqueño en estas tierras, si logra una buena coordinación con las corporaciones policiales y militares que no terminan de dar el ancho en el combate al crimen común y organizado.
Lo dijo el propio AMLO: la 4T depende de esta nueva corporación policiaca militar, en la que todos los gobernantes piensan descansar, hasta en la CDMX, donde históricamente nunca se permitió su operación callejera, incluso López Obrador la rechazó cuando era el jefe de Gobierno ahí, pero como están los tiempos no hubo de otra que apostar todas las canicas a esta modalidad de seguridad que recién será implementada en el país.
Entonces mucho que festejar, no hay.
Al menos en San Luis Potosí.