Crecimiento y fiscalización: segunda entrega
El presidente mexicano vive una de las peores disyuntivas del poder y la política.
Y es que, al final del ciclo sexenal, López Obrador se mueve entre el ridículo por la captura de sus principales aliados criminales y el miedo de que, ante la justicia norteamericana, esos aliados se conviertan en delatores de su “narco-gobierno”.
Es decir, que el mandatario mexicano y su sucesora no sólo están contra la pared sino ante el peligro de que se hagan públicas las evidencias de una alianza que es visible a los ojos de todos; la alianza entre el gobierno mexicano y cárteles criminales como el de Sinaloa; alianza que pudiera seguir intacta en el sexenio por venir.
Por eso, desde sus “mañaneras” López se ha empeñado en reiterar, por un lado, que a él ni a su gobierno les afectará lo que declare “El Mayo” Zambada, además de que no se cansa de gritar al mundo que el Estado mexicano nada tuvo que ver con la captura de los líderes del Cártel de Sinaloa.
Dicho de otro modo, resulta que el mandatario mexicano está muerto de miedo, no sólo por las eventuales revelaciones de “El Mayo”, sino por la posibilidad de que los criminales capturados en Estados Unidos crean que el gobierno mexicano los traicionó.
Y por eso la insistencia del propio López Obrador, de todo su gobierno y hasta de Claudia Sheinbaum, en hacer el ridículo cuando dicen que nada sabían y nada vieron antes, durante y después de la captura de Ismael Zambada “El Mayo” y del hijo mayor de “El Chapo”, Joaquín Guzmán López.
Lo cierto, sin embargo, es que todos en el gobierno mexicano saben que tanto la DEA, como el FBI tienen “toda la película” de la alianza de Obrador con cárteles como el de Sinaloa.
Lo que nadie sabe, sin embargo, es el momento y con qué objetivos el gobierno de Biden podría utilizar las pruebas de la alianza de AMLO y los cárteles criminales.
Alianza que, como lo documenté aquí durante años, hizo posible no sólo la creación del Partido Morena, sino los fraudulentos triunfos electorales precisamente en todas las entidades del llamado “Corredor del Pacífico”, que son extensas regiones del país en donde operan con total impunidad los distintos grupos criminales.
Estados como Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Baja California, Baja California Sur, Guerrero, Michoacán y Zacatecas, entre otros, en donde la extorsión y el cobro de piso son la normalidad cotidiana, mientras que la producción, tráfico y venta de drogas se realizan al ojo público y en donde la ingobernabilidad ya resulta inocultable.
Pero lo más curioso del asunto es que la captura de los jefes del Cártel de Sinaloa no sólo es un acierto electorero del gobierno de Biden, sino que esa captura le rompe por completo el esquema del Maximato que diseñó López Obrador para el sexenio por venir.
Y es que, si López Obrador pierde la confianza de las bandas criminales, esas mafias buscarán un nuevo interlocutor con el Estado mexicano; aliado que puede ser precisamente la espuria señora Sheinbaum.
Y si eso ocurre, el Maximato de López habrá terminado antes de empezar y la señora Claudia Sheinbaum tendría la posibilidad de convertirse en dueña de su destino.
Pero el asunto se complica aún más cuando recordamos que el 2 de junio del 2024, la señora Sheinbaum se alzó con una dudosa victoria en la que los grupos criminales jugaron un papel determinante.
Es decir, que si el gobierno norteamericano revela los intríngulis de la alianza de AMLO con las bandas criminales, resultaría inevitable revelar que cárteles como el de Sinaloa también financiaron la campaña presidencial de la señora Claudia.
Por eso se tambalean López Obrador y su proyecto de Maximato.
Al tiempo.