Esquiroles de oposición, apoyan a Morena
Una de las reglas básicas en democracia es que, en toda competencia electoral, siempre habrá un ganador y un perdedor.
Es decir, que no hay ganador sin perdedor.
Por eso, la cultura democrática obliga a las partes en contienda a reconocer, por igual y con la misma civilidad, tanto la victoria, como la derrota, según sea el caso.
Y vale el ejercicio memorioso porque sea en el “cuartel de guerra” opositor, como en los partidos que forman la alianza Fuerza y Corazón por México, y hasta el los comederos políticos, corren de boca en boca dudas fundamentales sobre el resultado electoral.
¿Creen que López Obrador reconocerá una eventual victoria de Xóchitl?
¿Creen que el presidente aceptará la posible derrota de Claudia?
Lo cierto es que todos debieran saber –o deben recordarlo–, que las palabras “derrota” y “fracaso electoral” no están en el diccionario de López.
Sí, son hojas y palabras arrancadas del diccionario lopista porque el hoy presidente no es y nunca ha sido un demócrata; siempre ha sido un autócrata que sólo acepta los resultados electorales cuando son favorables a su causa.
Además de que, en tanto priísta de cepa y corazón, Obrador gusta de poner en práctica todas las mañas del viejo partido, en los procesos electorales en los que ha sido candidato.
Por eso, sólo es cuestión de recordar que de las seis disputas electorales en la que López participó, en cuatro gritó su reclamo favorito: “¡Fraude!”.
Y solo habló de limpieza electoral, cuando las urnas lo favorecieron en dos ocasiones. Por eso volvemos a las preguntas.
¿Por qué, si nunca ha reconocido una derrota, hoy López habría de aceptar que la opositora Xóchitl Gálvez, pudiera derrotar a la oficialista Claudia Sheinbaum?
¿Por qué hoy habría de cambiar la cultura antidemocrática de AMLO, sobre todo cuando se trata de imponer su Maximato para seguir como el “mandón” de ese bodrio político llamado 4-T?
¿Por qué habría de reconocer una derrota, cuando López tiene todo el poder; cuando orquestó una elección de Estado; cuando lanzó todo el peso de Palacio contra los opositores y cuando incurrió en la violación cotidiana de la Constitución para robarse la elección?
Pero hay más, para los que aún tienen dudas. Vamos al paso a paso.
1.- El primer resultado electoral que López Obrador reconoció de manera pública fue el de su candidatura a jefe de gobierno del entonces DF, en donde recurrió a todas las formas de fraude.
Lo que pocos recuerdan es que el mayor fraude del candidato a jefe de gobierno del DF, es que AMLO pactó con Ernesto Zedillo para que el Instituto Electoral del DF violara la constitución y avalara su ilegal candidatura.
Si, López no cumplía con el requisito de residencia en la capital del país –incluso su credencial de elector era de Tabasco–, y por tanto no podía ser candidato del DF. Pactó violar la ley a cambio de apoyar a Zedillo.
2.- La segunda elección reconocida por AMLO fue, como saben, la de julio de 2018, que lo hizo presidente, y en donde engatusó a millones de ciudadanos mediante toda una estratagema para hacer creer que el de Peña Nieto era el peor gobierno de la historia.
Hoy queda claro que estábamos mejor, cuando decían que estábamos peor.
3. Pero todos deben saber que Obrador gritó: “¡Fraude, fraude, fraude!”, 30 años antes, en las elecciones de 1988, en donde compitió por el gobierno de Tabasco y fue derrotado por Salvador Neme Castillo.
4.- Lo volvió a intentar en 1994, en donde volvió a perder, ahora frente a Roberto Madrazo. En esa ocasión llevó al extremo el grito de “¡fraude!”, ya que organizó éxodos, plantones y tomas del Zócalo capitalino, en protesta.
5.- Y sin duda que todos recuerdan el “descocado” “Plantón del Zócalo a Reforma”, en protesta por el dizque fraude electoral de 2006, la primera incursión de AMLO en una elección presidencial.
El odio demencial de Obrador contra Felpe Calderón data de esa elección, en donde el panista lo aplastó en las urnas a pesar de las encuestas.
6.- Y el último supuesto fraude ocurrió en 2012, cuando López fue derrotado por Enrique Peña Nieto. Vale recordar que el verdadero fraude fue la candidatura de Obrador ya que, en las internas del PRD, el candidato ganador fue Marcelo Ebrard, a quien López dobló con promesas que nunca cumplió.
Y por eso debemos volver a las preguntas.
¿De verdad aún existen ingenuos que creen que López Obrador aceptará una derrota en las urnas? ¿No entienden que, junto con Claudia, López es un vulgar ambicioso del poder?
Al tiempo.