Ironía
Cuántas veces hemos escuchado eso de que “las mujeres somos nuestra propias enemigas”, algo así como, de que no entienden la amistad sin cierta dosis de rivalidad. Las mujeres tienen como objetivo quitar de en medio a la rival como sea cuando compiten por algo (un hombre, un trabajo, algo que desean, etc.), intentando degradarla de alguna manera, desacreditarla. Los hombres también competimos, pero nuestra comunicación es menos frecuente, y pasamos más a la acción y enfrentarnos directamente (que también las mujeres ya lo hacen). La diferencia entre ambos sexos es la estrategia empleada. A la llegada de las redes sociales ondea una actitud que florece cada vez más. Primero se necesitan y son cómplices hasta que algo pasa y se vuelven rivales hasta agredirse de manera solapada, pero muy dañina. Es la dinámica llamada “frenemies” (amienemigos); no es una actitud nueva, pero va en aumento gracias a las redes sociales en el mundo, todo por un ‘like’ y por la cantidad de seguidores. Incongruente, ya que de verdad no los conocen, pero su alterego es predominante en lo que hoy se considera una tendencia social del momento. El término “frenemy”, es un término anglosajón que fusiona las palabras “friend” (amigo/a) y “enemy” (enemigo/a), y alude a un tipo de relación amistosa que en realidad es de rivalidad. Casi el 50% del acoso que reciben las mujeres en Twitter proviene de otras mujeres. Así lo ha demostrado un estudio de una firma británica llamada Demos. Muchas publicaciones a lo largo y ancho de éste mundo incierto poblado de una humanidad no apta para otros planetas de vida altamente inteligente; estudios sociales y psicológicos han demostrado que las mujeres son más rápidas para tener prejuicios negativos, y menos propensas para ser amigas de otras mujer que podría ser rival sexual, así lo describe la revista Lone Wolf. Y no es nada inventado, ni señalamientos de violencia de género. Sólo basta ver el acontecer diario de fotos en Instagram, las indirectas diarias en los muros de Facebook, mujeres felices por numerosos seguidores masculinos. Las mujeres son más sensibles que los hombres a la exclusión social cuando se sienten amenazadas por la perspectiva de no ser tomadas en cuenta, tienen una repuesta inmediata natural, que es excluir a esa tercera persona. Las mujeres ven en la atención masculina como la única razón de su existencia, y compiten con otras mujeres por su propia autoestima, como un recurso preciado y limitado. Su única arma son las curvaturas de su cuerpo, es por eso la llamada “selfitis” (ver definición), donde sus likes en casi toda su totalidad son de hombres alimentados por el morbo sexual y los pensamientos pecaminosos, fotos acompañadas de palabras texteadas como “mis amores”, “bebés”, “mis amigos” (que ni los conocen). La progresiva masculinización de la mujer, la rabia contenida por el afán competitivo y una marcada envidia inconsciente gatillan esta conducta que reina en el mundo social. En el 2003 comienzan a surgir las series femeninas de televisión – Sex and the City, Gossip Girls, Desperate Housewives, entre otras-, catapultaron el término “frenemies”. En las redes las mujeres comenzaron a compartir más información intima de su vida, sus amistades, su vida sexual, sus anhelos, sus gustos, sus dolores. Entonces las amistades comenzaron a parecerse a las relaciones románticas. Lo que no han advertido las mujeres, es que al compartir más su intimidad, dejan todos sus flancos al descubierto, quedando indefensas, en un estado de vulnerabilidad, y otorgando a otras (incluso para los patanes), una herramienta de gran poder para hacer daño, porque saben dónde está el punto débil. La amistad femenina no solo es un apoyo para los momentos difíciles, sino que constituye un factor clave para la salud y la supervivencia de las mujeres; esto se debe a la oxitocina que las mujeres secretan en mayor cantidad cuando están rodeadas de personas de su mismo sexo (ahora comprendo las reacciones de colectivos feministas que han provocado la división del famosos “empoderamiento”, la corriente violenta y la corriente educada), lo que las lleva a una disminución de los niveles de ansiedad, y aun aumento de sensaciones de relajamiento y de confianza. Si bien ésta hormona se amplifica en ambientes de confianza, funciona en sentido contrario cuando el entorno se vuelve amenazante. Y ahí surge entonces la ‘agresividad pasiva’. Para las mujeres la pérdida de una amiga en tiempos pasados, incluso cuando se había convertido en amiga-enemiga, era más perturbador que romper con un novio o divorciarse; pero hoy en día, es tan normal y común, que los “likes” son los que llenan ese vacío existencial con amigos virtuales casi inexistentes que nunca se van a comparar con una verdadera amistad presencial, con defectos y virtudes, pero que existe realmente. Amor, empatía, incondicionalidad, desinterés, honestidad, acompañan una verdadera amistad. “La capacidad de nuestro corazón para la amistad, igual que nuestros músculos, obedece al principio biológico “usarlo o perderlo”. Si no ejercitamos regularmente nuestra habilidad para el contacto y las relaciones, para sintonizar afectivamente con otros, terminaremos perdiendo parte de nuestra capacidad biológica básica para hacerlo”. Richard G. Erskine. Encuéntrame en Facebook: David Álvarez Productor.