Esquiroles de oposición, apoyan a Morena
Guste o no, Alejandro Moreno ya se adueñó del Partido Revolucionario Institucional y
no se ve por ningún lado la fuerza que a nivel interno lo convenza de abandonar la
dirigencia.
Moreno Cárdenas es político hábil, de rápido aprendizaje, aunque demasiado
impetuoso. No ha estado exento de cometer errores que, en algunos momentos, en
términos boxísticos, lo han puesto contra las cuerdas.
Desde joven en su natal Campeche se caracterizó por su hiperactividad, por su
ambición de liderazgo y riqueza. Sabía cómo ganarse a los jóvenes y pronto llegó a la
dirigencia juvenil de su partido. No ocultaba su afición por los autos deportivos y de
lujo, que nadie sabía con certeza si los compraba, se los prestaban, regalaban o era el
pago por ahuyentar a disidentes.
Ha sido diputado, senador y gobernador. Supo acercarse y aprender de maestros de
la política en su organización, que ahora desconoce y ha dejado atrás por completo.
Los escuchó, nada más. Al final ignoró sus recomendaciones y del primero que se
deshizo fue de Miguel Ángel Osorio Chong. Le quitó la coordinación de la bancada en
el Senado. Conste que Osorio traía la experiencia de haber sido secretario de
Gobernación.
Alejandro se ha echado a la bolsa a nuevas generaciones. Jóvenes que no ocultan la
camiseta roja ni el escudo de su partido. Están decididos a jugársela con Alito. Los
tiene deslumbrados con su discurso, con su arrojo, poder económico y quisieran ser
como él.
Lo único que pierde de vista Alito es la importancia de la experiencia de los veteranos.
El consejo de la senectud, apreciada por gobiernos de potencias mundiales. Alito los
ha marginado, no quiere escucharlos y mucho menos atender peticiones de relevos
democráticos.
Dentro de ese contexto, al velar sobre todo por sus intereses particulares, hay
personajes que puede llegar a extrañar y, en el mediano plazo, si no es que antes, le
pueden hacer falta para reforzar el basamento discursivo, que cualquier organización
política requiere.
Así como en el PAN se desperdició uno de sus principales activos (Xóchitl Gálvez) por
forzar su candidatura presidencial, en el caso del PRI poco o nada hizo Alejandro
Moreno por darle su lugar a Beatriz Paredes, militante de toda la vida del tricolor,
respetada por propios y extraños, que en el proceso interno demostró que de que está
hecha.
Probó que estaba mucho más preparada para la competencia presidencial que quien
finalmente fue postulada por imposición de los cupulares. Beatriz se hizo a un lado, se
desmarcó. No le hizo segunda a la candidata de la oposición, como querían los que
simularon una elección interna democrática.
Con la inteligencia que la distingue, consciente de que la dirigencia partidista no tiene
espacios para la sabia senectud, hace planes para incorporarse a proyectos donde
aprecien su capacidad.
Una política como ella, no sólo en su país es reconocida, también en el plano
internacional, en organismos que no dudan en sumar a gente que puede ayudar a
impulsar proyectos de gran escala.
Beatriz en ese sentido también se ha caracterizado por la discreción, no adelanta
nada en tanto no tenga amarrados todos los hilos.
Hay varias cartas y una de esas cartas tiene que ver con bloque geopolítico que
apenas tiene una década de haber sido creado.
Lo que es un hecho es que Beatriz no se va a someter ni jugará con las reglas de un
líder que tiene perdida la brújula democrática.
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