¿Cooperar desde la desconfianza?
En este momento no hay datos duros que permitan predecir quién ganará la gubernatura en 2021. Lo que abunda en el ambiente político son las especulaciones y la incertidumbre. Todavía faltan once meses para que llegue la jornada electoral del domingo 6 de junio. En este lapso van a ocurrir muchas cosas que serán definitivas para definir a un ganador.
La historia está por escribirse.
Aunque la mayoría de las encuestas dadas a conocer en los últimos días arrojan datos que indican que la intención del voto favorece a Morena, seguido muy de cerca por el PAN y luego por el PRI, hay que interpretar estos estudios con recelo. Para que estas estimaciones se conviertan en tendencias dominantes hay que esperar a que los partidos procesen la elección de sus candidatos, examinar si hubo daños estructurales en su unidad interna, estimar fortalezas y debilidades de los que resulten candidatos y calcular cuánto podrían sumar las alianzas que firmarán los partidos grandes con los pequeños.
Son muchas las variables que inciden en el triunfo o derrota de un candidato. Faltaría espacio para analizar a fondo cada una de ellas. Así que en esta ocasión voy centrarme en subrayar la importancia que las alianzas pueden llegar a tener en las próximas elecciones. Admito que se trata de un ejercicio de imaginación política. Pero a pesar de ello me interesa sostener que una hipotética alianza del PRI con Morena, o bien una coalición del PAN, PRD y PRI puede definir al ganador.
Si se admite que la verdadera competencia por la gubernatura se dará entre el PAN y Morena ya que el PRI y el PRD no viven sus mejores tiempos, entonces se podrá aceptar que el tricolor y el partido del Sol Azteca pueden inclinar la balanza en favor de alguno de los candidatos con mayores posibilidades de triunfo. ¿Por qué? Veamos.
La última encuesta publicada el 20 de junio por la prestigiada firma Consulta Mitofsky nos dice que en estos momentos, aún sin haber candidatos, Morena como partido tiene el apoyo del 27.6% de los electores; luego aparece el PAN con un 16.3% de las preferencias, le sigue el PRI con un 13%, en seguida el Verde con 9% y finalmente el PRD con 1.4%. Lo partidos minoritarios apenas pintan.
Si se llegará a dar una alianza entre Morena y el PRI sumarían entre ambos un 40.6% de los votos. Si además se agrega a esta alianza el 9% del partido Verde, Morena sería el jugador más fuerte y seguro ganador con un 49.6%.
En otro escenario; si el PAN pacta con el PRI y PRD aumentaría su actual 16.3% a un 30.7%, esto haría más competitivo al partido de Acción Nacional. Pero Morena puede perder el 9% del Verde y quedarse tan sólo con el 40.6% de esta presunta alianza con el PRI si el diputado Ricardo Gallado Cardona rompe con el partido del presidente López Obrador porque no lo hacen candidato a gobernador y decide entonces ir en solitario como abanderado del partido del tucán.
Las posibilidades de estas alianzas ficticias estarían condicionadas al resultado de quién resulte finalmente el candidato de Morena y del PAN y, desde luego, de la capacidad del PRI y del PRD para convencer a los militantes más dogmáticos de que hay que hacer esta alianza si no quieren perderlo todo. Aquí es donde los posibles candidatos adquieren relevancia.
Si Xavier Nava es el abanderado del PAN podría con relativa facilidad sumar el apoyo del PRI y del PRD. Si acaso fuera alguno de los otros distinguidos (a) panistas que han alzado la mano podría tener también el apoyo del PRI y del PRD. Sobre todo si resultara que Octavio Pedroza es el candidato. Aunque en el PAN también cabe la posibilidad de que alguno de los perdedores acepte por despecho la candidatura del nuevo partido de Margarita Zavala y Felipe Calderón (México Libre). Esta contingencia fragmentaría el voto panista en el estado y pondría una alfombra roja al triunfo de Morena.
Si el candidato de Morena resulta ser Ricardo Gallardo Cardona difícilmente sería adoptado por el PRI y el PRD. Sin embargo “El Pollito” compitiendo por Morena, más el Verde, puede ganar.
Ahora bien, si el candidato de Morena fuera Xavier Nava, Juan Ramiro Robledo o Esteban Moctezuma, el PRI y el PRD los arroparían sin mayores resistencias. Cualquiera de ellos podría ganar, son muy viables y competitivos.
Por último, si el candidato de Morena fuera el senador Primo Dothé lo más seguro es que tendría que competir solo. Ni el PRI ni el PRD lo apoyarían.
En un país surrealista como el nuestro todo puede suceder. Así que la moneda está en el aire.