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Presiento que Tatiana Clouthier reflexionó con el prologado de ‘El pueblo soy yo’ de Enrique Krauze: “El poder absoluto ha encarnado desde siempre en tiranos que llegan a él y se sostienen por la vía de las armas”.
La sorpresiva postura de la hija del Maquío desde su posición privilegiada en Morena, al oponerse al proyecto de Guardia Nacional de Andrés Manuel López Obrador y Alfonso Durazo Montaño es alarmante.
Indudablemente tuvo la oportunidad en la contienda presidencial de conocer muy de cerca al entonces candidato de Morena y decidió bloquear la ruta que negocian algunos partidos mercanchifles de oposición.
Tatiana ha dado muestras vivas de congruencia sin perder el ímpetu activista. Ese encanto la mantiene como líder moral de una buena parte de los electores de Andrés Manuel, sin embargo no la priva de meter el freno con fuerza cuando lo considera necesario, tal como lo hizo al rechazar la subsecretaría de Gobernación, presumiblemente por el nombramiento de Manuel Bartlett Díaz en la CFE.
Como coordinadora de campaña seguramente analizó a fondo la personalidad del líder -tal vez en la psique- y no sabemos lo que descubrió que la hizo saltar de su curul por la configuración militarizada de la Guardia Nacional y la concentración de poder en operaciones policíacas en la sociedad civil, al mando de un militar.
La bancada de Mario Delgado Carrillo y como presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados (Jucopo), se vio obligado a postergar un mes el debate de la Guardia, con la participación de gobernadores, autoridades de los tres niveles de gobierno, intelectuales, ONG´s y especialistas en la materia, con la obvia intención de delegar responsabilidades y con las piezas sueltas y moldeables del Presupuesto de Egresos de la Federación 2019.
El hecho es que la propuesta de la Guardia Nacional como el ente militar aglutinador, va en sentido contrario de las democracias liberales que han logrado un mando civil intermedio entre el presidente o el primer ministro, y los ministerios militares.
Estados Unidos, España, Francia, Alemania y varios países de América son ejemplos claros.
Desde el poder siempre habrá pretextos para la bota militar como elemento de control, esa que estuvo presente en furibundos discursos de López Obrador, de Mario Delgado, Epigmenio Ibarra y muchos más actores de la Cuarta Transformación.
Es la función de la demagogia como instrumento favorito del poder personal.
En esta demagogia y adaptación evolutiva de los anteriores detractores del Ejército y la Marina, a los que se ha resistido Clouthier Carrillo, el subsecretario de Derechos Humanos de Segob, Alejandro Encinas Rodríguez, asegura que muchos de los que ahora cuestionan la Guardia Nacional, guardaron silencio en la militarización en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa y de Enrique Peña Nieto.
Se equivoca Encinas, en decenas de artículos he cuestionando la masacre del Ejército en Tlatlaya (columna https://goo.gl/VWfzuQ), la participación -o tolerancia silenciosa- en Ayotzinapa, la militarización de los puertos al pasar las capitanías de puerto de la Marina Mercante -otro retroceso histórico- como premio a la Secretaría de Marína, acusada de encabezar operativo anticrimen bajo la guía de la DEA y otros organismos de Estados Unidos. El 15 de diciembre del 2016 lo avaló el Senado con el intenso cabildeo del coordinador del PRI Emilio Gamboa Patrón con el pretexto del combate al crimen organizado, han pasado 2 años y la militarización no aumenta los decomisos, fue un simple premio (columna https://goo.gl/r8ZqD4).
Como coordinador parlamentario del PRD, en septiembre del 2010 Encinas refugio al prófugo Julio César Godoy Toscano en su oficina en la Cámara de Diputados para burlar a la Policía Federal que lo buscaba con orden de aprehensión por nexos con narcotraficantes de Michoacán. Así se consumó la impune protección que lo mantiene en fuga.
Ahora como subsecretario de Derechos Humanos de Gobernación, Encinas dice estar de acuerdo con la creación de la Guardia Nacional ya que es una “policialización de las fuerzas armadas”.
Lo dijo frente a las declaraciones de uno de los miembros del Comité de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Rainer Huhle, quien aseguró que la propuesta del presidente López Obrador es un peligro.
De igual forma, el presidente de Amnistía Internacional, Kumi Naidoo, le pidió mediante un videomensaje al presidente de México desechar la militarización en el combate a la delincuencia (https://goo.gl/aVWiaE ).