Trump, ¡uy que miedo!
Como cada año, el estiaje reabre la discusión sobre agua y los grandes diferenciales de caudal en el sur y norte de México; se retoma añeja rebatiña para señalar inacción pública y privada, escases del líquido en urbes y agroproducción.
Como cada año, se voltean a ver cuerpos de agua naturales o artificiales, lagos, ríos, presas y pozos; agua somera, vadosa y profunda.
En parte ese es causa de la falta de soluciones, sólo es cada año en estiaje.
Se sigue sin atender ni entender que no es sólo tema para CONAGUA, obvia dependencia responsable, sino también para otros sectores como SEMANAT, por relevancia medioambiental y ecológica del líquido, y además de CONACYT por requerimientos de Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, en tratamiento, remediación, uso y reutilización del vital diatómico.
También, en el mismo sentido, atañe a los tres niveles de gobierno, municipios, gobiernos y federación; por derecho humano de acceso al agua y a un ecosistema sano, a un futuro con vida.
En lo privado, faltan cumplimientos normativos, las sanciones dentadas son imprescindibles para que las emisiones y tratamiento de efluentes de procesos faciliten la, de por sí, compleja remediación y tratamiento de cuerpos y caudales.
El tema de ríos es de relevancia regional y local, hasta federal, como el caso del Río Santiago en el occidente mexicano y otros de mayor caudal en el sur, como muchos mas, se retoma sin continuidad, sin políticas públicas serias, planeadas, continuadas y estructuradas.
Los niveles de contaminación del Río Santiago son de escándalo internacional, acallado en lo federal y lo local a fuerza de pretender no verle.
Urge, desde hace decenios, un plan integral de remediación ambiental resultante de un estudio serio, holístico; en realidad el problema ha rebasado hace mucho a los estados y sus presupuestos.
Hace un par de días, el gobernador de Jalisco, en desesperación, anunció un plan de descuentos en consumo de agua a quienes inviertan en tratamiento de sus efluentes al Río Santiago; cuando es obligación, punible ante falta, que sus efluentes sean tratados.
A nivel federal hay distractores entre ocurrencias e ineficacia; que si una reforma constitucional que no pasó –por primera vez en la historia moderna mexicana-; que si otra que tampoco pasará porque la negociación está cerrada; que la modificación a contenidos educativos para impregnarlos de comunismo; que la Línea 12 como caso abierto jurídicamente; que decretazos para violar la normatividad ambiental en construcción del Tren Maya; que otros decretos para dar impulso a un aeropuerto artificialmente; y un larguísimo etcétera.
Mientras, lo sustantivo como salud, energía, agua, medioambiente, telecomunicaciones y CTI, componente transversal a todos esos temas, se hallan en el olvido o con actos dislocados en la competencia de actores públicos.
CONACYT se dedica mas a promover reuniones de parteras tradicionales que convocar a para el financiamiento en CTI; no mal interprete, la capacitación continua de actos tradicionales, como con las parteras, es importante para evitar fallecimientos, el punto es que ¿le corresponde a CONACYT o al sector Salud?
Las investigaciones sobre los diversos problemas de agua con base en la CTI son escasamente financiadas en relación con la magnitud del problema; mas esfuerzos individuales que consecuencia de una política pública.
Lo anterior es lamentablemente cierto a pesar de contar en México con profesionales de la CTI con capacidades en técnicas muy útiles en esta materia; diversas reuniones de trabajo han sido iniciadas y siempre quedan así, como iniciativas de individuos; me consta de primera mano.
No es suficiente la voluntad y esfuerzo individual, la problemática del agua es mayúscula, de relevancia y seguridad nacional, en parte por la dispersión en diversas Instituciones de educación superior y el aislamiento, por ausencia de interés e impulso, en los tres niveles de gobierno.
También en emisión de normatividad basada en CTI está ausente CONACYT.