Diferencias entre un estúpido y un idiota
Muertos y contagiados por coronavirus son tantos que ya no se cuentan por día sino por hora.
Cada sesenta minutos, 25 personas mueren por Covid; 13 mil 700 pierden empleos; 1 mil 366 entran en pobreza. Son cifras de una guerra abrumadora en la que el gobierno mejor promueve pleitos en lugar de convocar la unidad. Hasta se burla poniendo en duda la eficacia del cubre bocas.
A la crisis sanitaria sume la económica. Millones de empleos informales perdidos, más de un millón de plazas formales canceladas. El sector turístico padece la peor crisis jamás imaginada. Los restaurantes abren, pero la gente no va. Las ventas de autos desploman. El sector farmacéutico está incendiado. Pemex es un barril sin fondo, igual que la CFE.
En la educación, un semestre sin escuelas ha sido demasiado y falta más. El gobierno prepara clases por televisión, pero el Instituto Federal de Telecomunicaciones advierte que 14 millones de hogares en zonas rurales no tienen teles y menos digitales; la disidencia magisterial levanta puño y se opone. Sume que el 25% de las escuelas particulares están al borde de la quiebra, y la educación pública está saturada; no caben más alumnos.
La gente está cansada por falta de credibilidad de las autoridades. Hay ansiedad, angustia y desesperación. Estamos en guerra, y en lugar de concentrar las fuerzas en los enemigos reales, el supremo gobierno prefiere inventar fantasmas y repartir culpas sin tapabocas.