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Reforma en el bachillerato, un paso hacia la modernización educativa
La soberbia es mala consejera. Veo en el rostro de Andrés Manuel López Obrador la mirada del 30 de julio del 2006 en la votación a mano alzada para iniciar el Plantón de Reforma, la misma que repitió en la toma de posesión como presidente legítimo en el Zócalo el 20 de noviembre de ese mismo año.
Veo una acelerada polarización llena de rabia, ejemplificada en un tuit de la versión más estúpida y ofensiva de la extraordinaria cantante Lila Downs: @liladowns: “Empiezan los cambios y ningún chile les embona (imagen de un chile rojo)”.
Veo también a los que se frotan las manos en espera de la primera encuesta, en espera de un descalabro en la calificación a las primeras semanas del mandato de López Obrador.
Hoy en la mañana el presidente tomó el micrófono en la conferencia de prensa para insistir en que no hay desabasto de combustible, que no lo doblarán en la lucha contra las pandillas del robo de hidrocarburos, y que sus adversarios crearon el pánico que detonó las compras masivas de gasolina y diésel.
El maniqueísmo que tanto le funcionó, ahora desde el púlpito de Palacio Nacional lo hace parecer un pastor sin rumbo.
No dudo al decir que fue el propio Andrés Manuel creó el pánico en la Zona Metropolitana de la CDMX al negar el martes una y otra vez el desabasto. Esa insistencia sospechosa bastó para poner nervioso a medio mundo y volcarse a las gasolineras.
Todavía este miércoles en la mañanera pidió confianza y apoyo a la población contra los huachicoleros, inclusive para evitar las compras de pánico, pero el pueblo bueno también es pueblo precavido, y… ¡a llenar tanques..!
En paralelo, los pilotos de las benditas redes sociales de la Cuarta Transformación lograron posicionar hashtags para inducir el problema de desabasto a la lucha contra el crimen organizado.
En este planteamiento, el ciudadano bueno que sale a comprar gasolina ‘de más’ -¿qué es eso?- está en el lado oscuro, pero las benditas redes también son canijas redes sociales, y no se tragaron el cuento de un solo problema, sino de dos: la incompetencia para prevenir una crisis difiere de la lucha contra el crimen, aún cuando existe una relación evidente.
Esta no es la primera crisis del mandato de López Obrador, pero si la que más ha impactado al ciudadano común, la cancelación del NAIM de Texcoco se percibe como un esquema en el pizarrón con pérdidas estratosféricas y golpes al futuro del país, pero no pega en la vida cotidiana, no trastoca el quehacer diario de familias, de madres solteras que no tienen tiempo más que para el trabajo y los hijos, no para hacer filas de horas para cargar gasolina.
Ni le pega al taxista o al pesero que necesita el trabajo rutinario para sacar lo del día a día.
Me comentan relacionados con PEMEX que le advirtieron a Rocío Nahle y a López Obrador del riesgo de desabasto los primeros días de diciembre, pero la soberbia es parte de la megalomanía, y de esa sobra mucho en la Cuarta Transformación.
Todos queremos acabar con la corrupción, pero no con el país.