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Trump, ¡uy que miedo!
Está a punto de comenzar la nueva etapa de vacunación ahora para las personas con la edad entre 50 y 59 años. Esta es una edad interesante ya que por principio de cuentas el monero que se escribe está a punto de alcanzarla. Los nacidos en esa época somos una generación que recibió los primeros esquemas de vacunación universal contra varios de los males que fueron erradicados gracias a esos programas desde 1908 hasta la fecha. En las décadas de 1960 y 1970 las vacunas contra la poliomielitis y el sarampión eran aplicadas a los que entonces estábamos pequeños haciendo barridos extensos y aplicándose con fervor a la tarea. 50 años después estamos nuevamente en la fila, ansiosos casi con desesperación por recibir la vacuna contra el virus sars cov 2.
La reciente programación de vacunas para esta generación de cincuentones, que podríamos llamar la de los chavorrucos tardíos, está por comenzar. La generación de chavorrucos medios ubicados entre los 40 y los 49 años esperan ansiosos los resultados de nuestra participación. Nosotros los cincuentones tenemos ya el alivio de saber que nuestros padres y abuelos ya están, al menos del otro lado de esta pequeña raya que no nos da una confianza y seguridad, que implica de cualquier forma continuar con las medidas de protección y prevención, pero ya saber que los de la generación mayor están vacunados nos da la posibilidad de preocuparnos por nosotros mismos.
A pesar de todos los sinsabores, las severas transgresiones, la desorganización y la reticencia, estamos poco a poco controlando el flagelo de esta epidemia y la participación de todos es indispensable. Lo único que nos queda por comentar sobre el tema es el agridulce que proviene de saberse ya merecedor de una vacuna por nuestra edad, aunque todavía nos sentimos en la capacidad y fortaleza de mover el país con toda la experiencia y empuje de nuestra existencia, ya volteamos hacia arriba y somos la generación que sigue.
«Tan joven y tan viejo…» como dice Joaquín, los que ya damos señas de abuelez y todavía practicamos la paternidad, los que oímos rock y nos arruga la nariz el reguetón, los que vivimos transiciones democráticas y crisis económicas, los que nacimos con teléfono y televisión y hoy batallamos con celulares e internet. Somos ejemplo para las siguientes generaciones, nuestros ancianitos se pusieron en manos de todos, pero ahora los que vamos al paredón de las vacunas, lo hacemos con voluntad y, porque no decirlo, el alivio que necesitamos para este simi-apocalipsis.
Por ejemplo, hay un grupo llamado “La Patiza” es un clan breve en el que solo faltan dos de llegar a los 50 años cumplidos, y uno por ser personal de los servicios médicos ya está vacunado, son voluntariosos, majaderos y solo buscan divertirse, le temen al virus y más a sus respectivas domadoras, pero están listos para ayudar a un amigo y para apoyar cualquier iniciativa buena en pro de la sociedad. En ese grupo ya han propuesto hacer una carnita asada en el estacionamiento de la FENAPO o al salir de la pinchada, dirigirse a una reunión con sana distancia para celebrar la primera estocada al virus hijo del hambre de un chino de Wuhan. A ellos les dedico estas palabras y esta caricatura, porque lo mismo brindaremos con Mezcal Tónico 21 que con un mililitro de Pfizer cosecha 2021. Mencionaría también a otro grupo llamado Rompe-Rompe, pero ahí hay algunas personas que niegan haber llegado al medio siglo. Así que ni pio.