Economía en sentido contrario: Banamex
Aquí lo documenté ayer de manera puntual.
Probé de forma irrefutable que López Obrador, su gobierno y su partido son los mayores violadores de la Constitución y que se han convertido en los más peligrosos destructores de la democracia mexicana.
Probé que desde “la mañanera” Obrador viola a diario la División de Poderes y que su principal propósito es acabar con los contrapesos.
Y probé que lo peor del caso es que no existe poder alguno en México capaz de sancionar la tumultuaria violación constitucional en la que incurre todo el grupo en el poder, incluidos los aspirantes presidenciales que ya arrancaron sus campañas de manera inconstitucional.
Y si existía alguna duda, justo en la “mañanera” de ayer –14 de junio del 2023–, el presidente mexicano confesó de manera pública que hace meses habló “con cinco ministros” de la Suprema Corte, para “convencerlos” de que aprobaran el paso de la Guardia Nacional a la Sedena.
En efecto, la “confesión de parte” de una violación constitucional, reconocida en Cadena Nacional de radio y televisión por el presidente y que sería suficiente para promover su salida del cargo.
¿Pero qué creen?
Que de nueva cuenta no pasará nada, porque vivimos en la mayor espiral de ingobernabilidad en décadas ya que los poderes de contrapeso están sometidos por un presidente que, en los hechos, da por muerta la Constitución.
Sí, la misma Carta Magna que juró respetar y hacer respetar y que a diario pisotea en medio de gracejadas y de un cinismo sin parangón.
Pero no fue todo. También apenas el pasado martes, López recibió en Palacio a los integrantes del INE; un Instituto que ha muerto justamente a manos del dictador mexicano, quien alardea de tener bajo su control absoluto a todo el aparato electoral institucional.
Y es que hasta hoy AMLO ha sometido al Poder Legislativo, a la CNDH, al INE, al Tribunal Electoral, al INAI y a muchos otros organismos encargados del papel de contrapesos del descomunal poder presidencial.
Por eso López arrecia los ataques diarios contra la Corte, porque aspira a tener el control absoluto del poder en México; una tiranía apoyada en la fuerza de las corruptas instituciones castrenses, a las que llenó la boca y los bolsillos de dinero para convertirlos en su escudo de impunidad.
¿Pero qué fue lo que dijo el presidente? Aquí la confesión textual de que AMLO es el mayor violador de la Constitución.
Dijo que al percatarse que una mayoría de ministros de la Corte echarían abajo la reforma constitucional, para pasar la Guardia Nacional a la Sedena, entonces decidió “meterse”, a pesar de que se trata de una violación a la Ley Suprema.
Así lo dijo Obrador: “Pensé, ahora si me voy a meter porque esto es importantísimo y hablé con cinco (ministros de la Corte), con los cuatro que yo propuse y con el que ya estaba, para garantizar los cuatro votos; uno por uno.
“No saben lo que me costó, porque ya venían actuando mal. Ya habían demostrado ser chuecos, pero esto vale, que hable yo con ellos, para explicarles la importancia que tiene.
“Y hablé con los cinco, pues con dos no pude; no pude. No me dijeron que no ahí, sino de manera muy hipócrita, pero eran cuatro los que se necesitaban… nos quedamos con tres y se pierde el propósito de que la Guardia dependiera de a Secretaría de la Defensa.
“Entonces, cuando se dieron cuenta, ya querían que (la reforma) entrara en vigor en un año; querían negociación.
“Todavía la presidenta, la señora Piña, le dijo a Rosa Icela: ¿oye, cómo vas a estar tu en contra si a ti te va a tocar manejar la Guardia Nacional; si tú sales ganando? Fíjense
“Rosa Icela le contestó que es un asunto que tiene que ver con el buen funcionamiento de la seguridad. Pero la señora (siguió) tentándola, ¿por qué estas tú preocupada si tú vas a manejar la Guardia Nacional? Después buscamos la forma para que el cambio se dé dentro de un año o dos años, hasta que termine el gobierno. ¡No, no queremos componendas, no queremos ese tipo de acuerdos!”, estalló un iracundo López Obrador. (Fin de la cita)
¿Así o más claro?
Sí, se trata de la confesión de una flagrante violación constitucional que, en toda democracia funcional, le habría costado el cargo al mandatario.
Pero en México no pasa nada, a pesar de que el presidente viola la Constitución, todos los días.
¿Hasta cuando?
Al tiempo.