
¿Quién será el Papa 267?
Una canción dice “tres veces te engañé, la primera por coraje, la segunda por capricho, la tercera por placer” mientras que un refrán postula “al buen entendedor pocas palabras”.
En Palacio Nacional se han anunciado, con histrión estilo, tres reformas: una político-electoral, quizá por coraje, ésta tendrá claro tinte en horizonte trienal; otra a la CFE o energía, quizá por capricho, queda ambiguo ya que la reforma a la ley de energía eléctrica aún está en discusión en el poder judicial por ser inconstitucional y, la tercera, una que permitiría que la Guardia Nacional, GN, sea militar, quizá por placer, para llevar al derecho lo que ya es de hecho.
Las iniciativas de reforma buscarán alcance constitucional; hecho que en la distribución legislativa próxima futura requerirá gran esfuerzo político y negociaciones complejas, consumirá tiempo.
Pero, ¿qué relación tiene esto con la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI?
En primer lugar, no olvidemos que CONACYT, aunque ha intentado tapar el ojo al macho con consultas postreras, entregó un anteproyecto de reforma para la Ley de Ciencia y Tecnología, LCyT; el anteproyecto está en la oficia jurídica de la presidencia.
Ésta es la iniciativa del ejecutivo federal, el legislativo está barajando la propia.
Entonces, las reformas anunciadas, por ser prioritarias para el titular del ejecutivo federal, se adelantan en la fila a otros anteproyectos; quizá sea oportunidad para que se pueda incluir en agenda legislativa a la opción de reforma ciudadana para la LCyT en manos de senadores; dependerá que se haga propia en los intereses de oposición.
Una reforma político-electoral adicional parece la respuesta al enojo porque los resultados no fueron lo que deseaban; el INE logró gran aceptación como está.
En este tema no hallé relación clara con la CTI mas allá del análisis psico-social, de la pugna por el poder, los efectos histórico-políticos, etcétera; esta columna no ha tenido contribuciones al conocimiento en estos temas, los dejaré a colegas expertos.
La reforma a la CFE podría llevar el mismo destino que la de hidrocarburos y la de energía; ser inconstitucional, si bien aún las dos últimas están en discusión, ya que el fondo del asunto no se ha sentenciado, esto es claro, excepto para Huey Tlatoani.
Una reforma a la CFE, con alta probabilidad, así ha sucedido con las otras dos, irá en el sentido que esa comisión federal controle lo que la carta magna prohíbe.
Esta situación abre la posibilidad que la CFE quede una vez mas en el limbo mientras se resuelve el fondo del asunto, por capricho, y se preserva la condición tal que la CTI persista ausente en las soluciones energéticas del país.
Es decir, ¿hace falta reformar el sector energético, al de hidrocarburos y la CFE?, esta columna opina que sí; pero a fin de incrementar la competitividad nacional y la CTI es una herramienta para ello, no debemos reformar para que el estado controle este sector productivo.
Por ejemplo, la ley de hidrocarburos podría fomentar el uso de biocombustibles; es decir, aquellos que minimizan la energización de desechos al usar biomasa, enriquecen suelos con la materia orgánica tratada, así como reutilizan recursos energéticos con ciclos sustentables.
También la generación, distribución, uso y manejo de la energía eléctrica son perfectibles; de la misma manera la CFE, sin abandonar la rectoría del estado en la regulación normativa, debe evolucionar, no para controlar el mercado sino para ser competitiva.
Sobre la tercera reforma hay gran preocupación ciudadana, esa buscará que la GN sea parte de SEDENA; la administración federal actual es proclive a la militarización, se nos dijo que la GN sería civil, tercer engaño.
En CTI, la militarización de CONACYT es posible al legislarse autorización para que las fuerzas armadas participen en las políticas públicas de la materia; no perdamos de vista que el anteproyecto de reforma para la LCyT subordina la CTI a una agenda de estado, las fuerzas armadas podrían tener injerencia en ello.