
Fallece José Miramontes Zapata, fundador de la Orquesta Sinfónica de SLP
CIUDAD DE MÉXICO. 19 de mayo de 2022.- Cada muerte de un ser querido es un distinto proceder. Cuando alguno de los padres muere, la orfandad impera al individuo. Siempre llega ese momento, de pequeño o cuando adulto. Simplemente desaparece aquel, aquella o aquellos que trazaron el camino; los que se llenaron de conocimiento y experiencias para poder dar vida; esos que disfrutaron, sufrieron y proveyeron. Se eclipsan sus figuras.
En Últimos días de mis padres (Planeta), la narradora padece consecutivamente la muerte de ambos. Primero su padre y un año más tarde la de su madre. El hospital, las afecciones, los médicos y el agotamiento, fueron parte de las atmósferas que eligieron para escabullirse de la vida; poco ideal para los hijos que los vieron cruzar el dolor. Tiempo después de haberlo sufrido, el proceder de la narradora fue resucitarlos a través del papel; una salida para aliviar la necesidad de absolver y entender a quienes le dieron la vida. La pretensión de traer a los padres muertos de nuevo a esta vida a través de los propios recuerdos.
En su obra más personal y emotiva, Mónica Lavín nos convida la historia de esta familia poco tradicional de inicios de los años sesenta, sus penurias, su infancia, las vacaciones, la decepción y el eterno amor. Es también este un retrato de la Ciudad de México que se transforma y mantiene a través de los años y los sucesos que la sacuden y moldean. Es una reconstrucción de lo vivido desde los ojos de una hija que añora la compañía de sus padres.
La nota completa en Quadratín CDMX