San Luis Potosí capital entre 25 ciudades más inseguras del país: ENSU
Recientemente hallamos noticias de tres vacunas al COVID-19. Dos han reportado resultados de campo en la revista científica The Lancet. La que mejor avance tiene es la Oxford-AstraZaneca; seguida de la sintetizada en China. De la tercera, que se dice es exitosa, poco sabemos, sólo que es Rusa.
Otra cosa es la producción masiva de la vacuna, las campañas de vacunación en periodo y cohorte social, así como potenciales efectos secundarios, de haberlos. Esto último sólo se podrá valorar al masificar la vacunación a personas sanas.
A la par, diversos fármacos han sido probados con resultados alentadores, suministrados a pacientes confirmados con SARS-CoV-2.
Entre los fármacos de tratamiento están aquellos para otros virus e incluso antiparasitarios; como uno probado con éxito por médicos mexicanos –aunque, al momento de escribir esta columna, aún no está clara la esfera de actuación: patógeno, huésped o medioambiental, “de que mejoran, mejoran”- me dicen los médicos.
Aquí he sostenido: Con la vacuna se podrá regresar a la normalidad conocida hasta finales de 2019. Por ello las noticias de vacuna y tratamiento son muy alentadoras.
Aun con vacuna y tratamiento, el fenómeno epidemiológico COVID-19 tiene y tendrá impactos en la ruta 2021 y, quizá, al 2024.
Un impacto obvio yace en lo económico, ha sido punto de abundantes opiniones e información reciente.
Otro será el proceso electoral mismo, ¿qué consideraciones deberá tomar la autoridad electoral en el marco pandémico?
Guardada la diferencia, el tema energético también tendrá efectos económicos y político-electorales. Aquí trataré con la ciencia, tecnología e innovación, CTI, en la energía con punto partida en lo económico; dejaré lo político-electoral a expertos.
Para empezar, como botón de muestra, el ánimo de la población, acentuado en milenials y centenials, está en favor del cuidado medioambiental. Eso dará un sesgo.
Detallo.
El metal Litio, Li, es fundamental en la elaboración de baterías para diversos aparatos y máquinas tecnológicas. Su impacto va desde equipos de cómputo, en diversas capacidades y telecomunicaciones, hasta autotransportes, incluidos coches de pasajeros y de carga pesada.
Con pretexto de la reactivación económica en regiones carboníferas y activación en el sureste mexicano, la administración actual ha puesto su atención en la generación de electricidad con base en combustibles como carbón y petrolíferos; combustóleo y diésel, por ejemplo.
Verdad a medias.
La estrategia energética impacta indudablemente, sin energía nada se mueve y la economía no es la excepción. Cualquier uso de recursos para generación de energía utilizable impulsará la economía en las regiones y nuestro país.
Es la parte cierta.
En complemento, el uso de recursos fósiles no es eficaz ni eficiente. Ya diversos espacios, incluida esta columna, han reiterado que el carbón y petrolíferos son de muy alto impacto medioambiental. El detrimento será ecológico y, en consecuencia, económico.
Son de alta tasa de emisión de gases efecto invernadero, alta tasa de consumos de agua y desaprovechamiento de esquemas financieros como los bonos de carbono.
El impacto económico y medioambiental, temas electorales, puede incluir la CTI para el beneficio, uso y manufactura con base en Li.
Además, el subsuelo mexicano no solo tiene carbón, petrolíferos y otros, sino que, también, hay Li en cantidades tales que México puede potenciar su economía.
Yacimientos subterráneos de Li han sido denunciados en Sonora y México es de los pocos países con Li superficial confirmado, como en los linderos de San Luis Potosí y Zacatecas.
Recordemos, Sonora, San Luis Potosí y Zacatecas tendrán proceso electoral, federal y local, en 2021.
Un estado responsable estaría impulsando proyectos en CTI para fortalecer el desarrollo en beneficio, uso y manufactura de Li para su uso eficiente en baterías, con aplicación a todo lo que imagine.
Igual sucede salud, la CTI es aliada, ¿qué competidor tomará el tema al 2021?.