
Desaparece funcionario de Gobierno de Morelos
Nunca las guerras han sido de la misma manera. Las causas, los efectos, los campos de batalla, las víctimas y las estrategias siempre son diferentes. Somos una nación en guerra. Una guerra que no pedimos, pero en la que están involucradas todos los sectores de nuestra sociedad. Incluso las instancias gubernamentales y las organizaciones de la sociedad civil, nadie escapa a esta situación. Y es una guerra que comenzó hace muchos años, fomentada principalmente por el consumo rampante de nuestro poderoso, caprichoso y despilfarrador vecino.
Quién asume las riendas del gobierno de una nación, debe comprender que también tiene que hacerse responsable de la problemática tal cual, como se sabe qué es al momento de proponerse como candidato voluntariamente. Por tal razón al momento de acceder al poder se convierte en el propietario de la responsabilidad sobre esta problemática.
La situación de violencia e inseguridad que priva a nuestro país, va creciendo constantemente y parece no tener fin. Lo terrible es que el gobierno no se está esforzando de ninguna forma para detenerlo, ni siquiera a contenerlo, es más, parece no querer o poder evitar su crecimiento. Cada estrato y sector de nuestro país que sufre de esta terrible y mortal plaga debe de ser protegido dentro de la legalidad por parte de quién ejerce el poder sobre los recursos de la nación, incluyendo las instancias de procuración de justicia y de defensa. Haberse cruzado de brazos para enfrentar un clima adverso que, nadie niega, es una guerra (tan solo viendo la cantidad de destrucción muerte y víctimas lo corrobora) ha sido una verdadera negligencia e irresponsabilidad.
Respecto a la relación de los medios de comunicación con el gobierno la administración de Andrés Manuel López Obrador, habría que decir que este ha demostrado un inequívoco desprecio al verse expuesto en múltiples ocasiones, tanto en sus errores y fallas, en sus decisiones como en la conducta y ejecución de su equipo de trabajo. Y lejos de tratar de escuchar a través de los medios de comunicación y de dialogar de manera abierta y democrática, el Peje los ha confrontado y como nunca se había visto, los ha señalado como un sector disidente y condenable. Muy lejos de lo que debería de estar sucediendo y muy cerca de un linchamiento de estado. Por ello dentro de un clima heredado de inseguridad y violencia, hacer del periodismo un enemigo público, crea las bases para una tragedia en pleno, ya que el estado le da la espalda a los periodistas y su labor informativa, la cual es un derecho dentro de la libertad de prensa y la libertad de información. Por ello, cada una de sus berrinchudas disertaciones, ataques velados y directos contra la prensa, han fomentado este desarrollo de fatales ataques a quienes ejercen la labor periodística, convirtiéndonos en uno de los países con los peores atentados contra esta profesión.
Este monero no dejara de expresar el repudio a los ataques violentos contra periodistas y el fomento de los mismos desde la más alta Tribuna de nuestra nación, la presidencia de la República.
No olvidemos nunca que es deber del gobierno proteger a cada uno de los ciudadanos, cuanto más a quién arriesga la vida exponiendo las causas, consecuencias y actos de los criminales. ¿O es que acaso a esta administración le parece que está mal hacer este tipo de investigaciones? Si es así, probablemente estemos viendo en ello una complicidad de estado.
Y habiéndolo oído hablar de amnistías y cercanía con los grandes capos de los carteles, su irresponsable actitud lo pone en la palestra pública como un sospechoso y no como un mandatario.