
Rendición de cuentas será la victoria de reforma al PJ: Jaime Santana
El presidente López Obrador no tiene cuidado con las palabras. El insulto se ha instalado en el poder. Lo mismo se profiera a los ministros de la Corte que a los legisladores opositores, no se diga a medios de comunicación y periodistas independientes. De él fluyen palabras como traidores, representante de la reacción, de los conservadores corruptos, abogados patronales y otras joyas parecidas. No hay el mínimo respeto, tampoco comedimiento. La premisa del autoritarismo es la descalificación del otro.
El presidente perdió mayoría calificada de manera democrática. Los ciudadanos decidieron de manera pacífica, civilizada, con su voto libre en los comicios de 2021 que la coalición gobernante de partidos no tuviera los diputados suficientes para modificar la Constitución. Debe decirse que la ley impide que un partido tenga mayoría de las dos terceras partes, independientemente de la votación. Sí lo puede lograr una coalición. Ni con la sobre representación el oficialismo logró su cometido, quedó corto por 57 diputados.
El presidente festejó como triunfo los resultados de la elección de 2021 y para ello supuso que lograría la mayoría calificada rompiendo al bloque opositor, cooptando los votos del PRI. La estrategia de Rubén Moreira, coordinador del PRI y señalado por el propio presidente como corrupto, fue hacer valer los supuestos intereses diferenciados de su partido respecto a sus compañeros de coalición, contrario al sentido del voto que los llevó a la representación. En la reforma eléctrica de Peña Nieto se hizo eco de la tesis de López Obrador de que se habían tenido que comprar votos de la oposición para alcanzarla. Ya antes había votado a favor del gobierno en la contrarreforma educativa y fue de los pocos que apoyó la idea de que la consulta de revocación de mandato tuviera lugar de manera concurrente a la elección, un suicidio político para la oposición.
Más información/ Quadratín CDMX