
Alcanza Veracruz ocupación hotelera de 100% en primera semana vacacional
Un poco de chauvinismo y otro tanto de realidad hacen pensar que México es único; pero el país, cada vez más, se enmarca en un entorno global. Las finanzas, el consumo y el comercio, la salud pública, el crimen y hasta el entretenimiento nos vuelven parte de una realidad compartida. AMLO en su singularidad tampoco es único. Las experiencias disruptivas de la institucionalidad democrática son el signo de nuestros tiempos.
Recientemente se publicó el reporte Latinobarómetro, que es la suma de estudios de opinión con una metodología única realizados en la región latinoamericana desde 1996. El estudio ha merecido reflexiones desde diversos ángulos. Con justa razón la atención se centra en la llamada recesión o regresión democrática de la región. Conclusión que se corrobora con otros indicadores comparativos en materia de legalidad, probidad o desarrollo político. En el reporte no se destacan la recurrente alternancia en el último lustro ni las llamadas presidencias interrumpidas que, con excepción de Paraguay, los diecinueve países bajo estudio la han experimentado. Dos razones abonan a esta situación, la crisis de las expectativas de bienestar y la pandemia.
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