Tomará protesta diputado plurinominal del PAN para SLP, Marcelino Rivera
Confusión. Desasosiego. Desesperanza. Ansiedad. Furia. Resignación. Soberbia. Firmeza. Defensa. Como un tren con muchos vagones que, enfurecido, avanza por las vías hacia un destino incierto, México ha pasado por sus recientes elecciones envuelto en una niebla de incertidumbre y, al mismo tiempo, con un deseo de restablecimiento de nuestra cordura y trazabilidad. Pero hay demasiados actores apasionados involucrados en este teatro.
Hay grandes intereses, diría incluso globales, involucrados en este momento histórico de nuestro país. Se abrió una puerta a factores externos y se moldearon los monstruos que hoy se levantan imbatibles para combatir en un momento en que el caos parece ser el gran protagonista de nuestras nuevas páginas en la historia. Partidos políticos se desmoronan mientras otros se yerguen victoriosos, renovados y enormes. Los colores de mi patria cambian. El mundo gira hacia la izquierda. Todo el mundo.
Y algunos ojos miran hacia el norte suplicantes, pero ellos tienen sus propios sinsabores. Y lo que es más, la América del siglo XXI no parece pertenecer a la propia América. Se rompió el «big stick». Y aún no entran en acción los poderes fácticos. Lo que tanto tememos todos: que después de que se hable de leyes empiecen a tronar las balas. Y sabemos quiénes son los únicos que las manejan.
Sea como sea, el presidente Andrés Manuel López Obrador y su gente descubrieron cómo comprar votos de forma legal. Los partidos políticos que nunca lo hicieron se dan de topes. Pensaron que no era ético hacer ese tipo de acciones. Pero a este nuevo partido no le importa la ética cuando de populismo se trata. Porque el populismo renueva toda perspectiva moral de forma inmediata mientras da y da y da a manos llenas sin pensar de donde viene lo que entrega.
La percepción que se tiene del populismo en general es que no planea. Pero al ver los alcances de esta transformación de nuestra patria, uno se da cuenta de que hubo una planeación maquiavélica que se puede rastrear a décadas en el pasado. El triunfo lo enarbola Claudia Sheinbaum, muy por encima de Xóchitl Gálvez. Pero aún no se ha cerrado la discusión.
Tal vez no lleve a ninguna parte, pero seguirán enfrentándose aún en los escritorios y las tribunas durante un largo tiempo, hasta que la oposición ceda. Porque no podemos dudar que la cuarta transformación está preparada para arraigarse completamente a toda costa. No tienen nada que perder. Y la oposición ya lo perdió todo.
Este monero se conduele con la patria al sonar tan pesimista. Pero ante la transformación evidente, el cambio promulgado y la evolución dirigida, solo se puede ver que hay mucho trabajo para nuestra patria. No va a existir paz social, ni acuerdo de clases por un buen tiempo.
Las fuerzas políticas pasarán a estados de hibernación y algunos otros estarán en nuevas fuerzas insípidas y básicas. Muy probablemente, reflejo de los otros movimientos que se gestan en el resto del mundo, como ha sucedido en España, Argentina, El Salvador o Ecuador.
Es lo más lógico, es la ley del péndulo. Aunque sinceramente, un rescoldo de esperanza se guarda en el tintero de este monero, con la luz de que tal vez se cumpla el adagio de que, en México, en nuestro país, no pasa nada. No pasa nada. Claro, hasta que algo pasa.