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Hace poco más de 500 años —el 8 de julio de 1502—, los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, promulgaron La Pragmática, un ordenamiento legal que, con el tiempo, se convirtió en la primera Ley de Censura Previa.
Este reglamento establecía que nadie podía publicar o difundir escrito alguno sin autorización previa del Estado y de la Iglesia. Ambos poderes crearon una estructura oficial para clasificar y revisar todo lo que se quisiera publicar.
Sí, la Iglesia y el Estado censuraban lo que los ciudadanos debían o no debían saber, según sus intereses. Por eso, La Pragmática fue conocida como Ley de Censura Previa, algo muy parecido a los “otros datos” en el México actual.
Hoy, en el México de la primera presidenta y de las gobernadoras de la llamada 4T, se ha establecido una nueva forma de censura previa, prácticamente idéntica a la de La Pragmática de 1502.
Por orden judicial y presión de la gobernadora de Campeche, el periodista Jorge González Valdez fue sentenciado a no opinar ni informar sobre las actividades de Layda Sansores por dos meses. Así lo dictaminó la jueza Ana Huits May.
Peor aún, tal como lo hacía la monarquía española, la jueza ordenó que todo lo que González pretenda publicar sobre el gobierno de Sansores sea revisado por un interventor judicial. Este determinará de forma arbitraria qué puede o no difundirse en Tribuna Campeche.
Es decir, el gobierno de Morena ha regresado a una censura vulgar, similar a la impuesta hace cinco siglos. Una censura que, de facto, confirma la muerte de la democracia mexicana.
Pero vayamos por partes. Primero hay que entender bien el significado y la diferencia entre noticia y opinión.
Tanto la noticia como la opinión, al igual que la entrevista, el reportaje, la crónica o el ensayo, son géneros periodísticos. Se trata de distintas formas de presentar hechos de interés colectivo.
Por eso, la opinión crítica es un pilar de la democracia. Es la forma social de expresar pensamientos y cuestionamientos.
Los seres humanos nacemos con la facultad de pensar y con el derecho natural de expresar nuestras ideas. Este pensamiento no puede ser censurado ni limitado por autoridad alguna.
La libertad de expresión, tal como está consagrada en la Constitución mexicana, prohíbe la censura previa. Sus únicos límites legales son:
Además, la Carta Magna garantiza que nadie puede ser molestado por lo que piensa, dice o escribe.
Los ciudadanos contamos con muchas formas de expresión: la palabra hablada o escrita, las imágenes, la pintura, la música. Y medios como la prensa, la radio, la televisión o las redes sociales.
En todos los casos, la opinión, la crítica y la libre expresión son pilares de la democracia. Y son esos pilares los que un gobierno retrógrada como el de Campeche, y una jueza a sueldo, pretenden destruir.
La censura no solo ocurre cuando se prohíbe la publicación de algo. También existe cuando:
Y también hay censura cuando un jefe de Estado miente todos los días, maquilla fracasos o oculta la realidad.
Debemos denunciar con claridad que, cada mañana, la presidenta somete a la sociedad a la más vulgar forma de censura oficial.
Los medios que replican sin cuestionar los mensajes de Palacio contribuyen a ocultar la verdad.
Los llamados “otros datos” son más que una mentira: son una forma de censura sistemática desde el poder presidencial.
Al tiempo.