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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 5 de julio de 2020.- Mucho antes que se conociera la novela homónima de Stephen King, y su malévolo payaso conocido en México como ‘Eso’ o como ‘It’ en España y el resto del mundo, la miniserie de género de horror que proyectaba al payaso “Pennywise”, existió un personaje muy querido por los estadounidenses, un payaso adorado por las familias, incluso fue el protagonista de libros infantiles y hasta un disco grabó, y México no fue la excepción de ovacionar su versión propia: cómo no recordar a Bozo, el más popular de los payasos.
Un personaje de franquicia que tuvo su primera aparición en 1949, fue creado por Alan W. Livinstone, con Pinto Colvin quien fuera el primer actor en darle vida al famoso personaje. Siete años después, Larry Harmon compró los derechos y lo explotó como una franquicia, y así fue como Frank Avruch tuvo la oportunidad de darle vida entre 1959 y 1970, años en los que la popularidad llegó a lo más alto en la pantalla de la televisión de Boston.
Avruch provocó tantas sonrisas a chicos y grandes que es considerado uno de los Bozos más importantes en la historia del personaje. Sólo lo personificó 11 años, siendo Bob Bell la persona que por más tiempo le dio vida al payaso, ya que lo hizo desde 1960 hasta 1984.
Frank Avruch ‘Bozo’, era un filántropo activo y miembro del consejo de la oficina de la Unicef en Nueva Inglaterra. Falleció en su casa de Boston debido a un padecimiento cardiaco a los 89 años de edad.
EL BOZO MEXICANO
En México también tuvimos este singular personaje que hacía vibrar de emoción y felicidad en las familias, y generaba masivas sonrisas en los niños. Fue José Manuel Vargas Martínez «Bozo», el payaso de la eterna sonrisa, de gran alegría, de chispa única y diversión innatas, nació el 21 de diciembre de 1930, en la colonia Algarín, en la ciudad de México.
Su «jo-jo-jo-jo-jo-jo», onomatopeya neutra de ja-ja-ja-ja-ja-ja, era su sello que proyectaba e irradiaba felicidad en los mexicanos. Todos lo recuerdan como una gran persona. Bozo Bocinas comenzó su carrera el 23 de enero de 1961, en el Canal 5, adquiriendo los derechos Mario Quintanilla. Comenzó en un maratón de baile de antología, donde se reventó la osadía de bailar 642 horas continuas, o sea, 27 días con 27 noches.
Cantó opereta y zarzuela; hizo teatro de revista y de comedia al lado de Wolf Ruvinskis y Dolores del Río.
Fue versátil: como Bozo realizó corridas de toros y fue estelar en varios programa de televisión, como ‘La gran feria Tip top’, ‘El show de Bozo’, ‘La pista de las estrellas’, ‘Estudio Raleigh de Pedro Vargas’, ‘Sábados infantiles’, ‘La ola baby’, ‘Club Quintito’, ‘Chicos Adams’, ‘Chócala chiquitín’ y ‘Pa’ qué te cuento’.
Recorrió el mundo y Disneylandia no le fue ajeno (encabezó 12 excursiones). Trabajó en los circos más importantes (hay quien dice que en todos), como el Bell’s, Krony, Americano, Barry Circus. Era el socio honorario de la ANDA número 3473.
El artista se presentó en diversas partes del mundo como Madrid, Roma, París, Hawái y Canadá, además de varias partes de la República Mexicana con su Circo de Bozo.
No tardó mucho en saltar al cine, con la cinta «El secuestro de los cien millones», al lado de Adalberto Martínez «Resortes», con quien también realizó algunos programas para la pantalla chica. Posteriormente montó su espectáculo en carpas y viajó por todo el país.
Con el personaje de «Bozo», José Manuel incursionó así mismo en el doblaje, a pesar de su problema de tartamudez que tenía.
Realizó toda clase de labores altruistas en hospitales, orfelinatos y en la delegación (hoy alcaldía) Benito Juárez de la Ciudad de México, donde en los parques recreativos impartía clases de dibujo y sostenía pláticas sobre integración familiar, todo caracterizado como «Bozo».
Fue impresionante el impacto que causó «Bozo» con su voz vibrante y su risa distintiva, que creó escuelas y muchos payasos retomaron algunas de sus características para conformar su propia forma de ser, incluso llegaron a utilizar su nombre como sinónimo de payaso.
EMBAJADOR DE LA ALEGRÍA
La Asociación Nacional de Actores (ANDA) le otorgó la medalla «Eduardo Arosemena», por más de 50 años de labor artística ininterrumpida en el 2000 a Bozo, quien soñaba con ser nombrado Embajador de la Alegría de México.
Su humor fue blanco, la sociedad piensa que los niños no entienden el doble sentido, pero no es así. Llegó a ser el decano de los payasos en México. Un gran amigo de Jacobo Zabludovsky, toda una institución.
Bozo decía, “ayer fuiste niño, hoy eres adulto; mañana recuerda que tuviste algo hermoso: la vida y que fuiste niño”.
“Detrás de la pintura, de la máscara, hay un ser humano que también llora y sufre, los payasos tienen altibajos, como la canción de Javier Solis”, resaltó Patricia Quesner -su última compañera- a los medios de comunicación en aquel entonces.
ACTUABA ENFERMO
Luego de una larga enfermedad, que sin embargo no lo alejó por completo de los escenarios, el célebre payaso «Bozo», de 71 años de edad, falleció el 19 de octubre de 2001, a causa de una tromboembolia pulmonar masiva, de acuerdo con el reporte médico.
Recordemos
Recordemos ese gran legado de José Manuel Vargas Martínez, quien diera vida a «Bozo el Payaso».