Continúa Ayuntamiento preparativos en panteones de la capital potosina
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 24 de diciembre de 2019.- Comenzando la temporada decembrina es habitual verlos destacar con sus altas copas, decorados, escarchados, con luces, fabricados de plástico o naturales, son los pinos que, una vez tupidos de luces y esferas, representan a la Navidad.
Esta tradicional decoración no puede faltar en las salas de los hogares mexicanos, en la oficina, centros comerciales o plazas públicas, donde enormes listones, focos multicolor y una enorme estrella encumbrando su punta, envuelven el verdor para inundar el entorno de fraternidad, paz y amor.
De acuerdo con lo que marca la religión católica, el árbol de Navidad se coloca cada 8 de diciembre para conmemorar a la Inmaculada Concepción de María, periodo que se termina el 6 de enero, Día de los Santos Reyes.
El origen del pino navideño es antiquísimo, cuando los germanos tenían la creencia de que la tierra y los astros estaban colgando de un árbol, al cual llamaban el divino Idrasil o Árbol del Universo, pues tenía sus raíces en el infierno y su punta -o copa- llegaba al cielo. Para celebrar el solsticio de invierno solían buscar un roble, era decorado y le rendían culto bailando a su alrededor.
Cerca del año 740, el evangelizador católico de Alemania e Inglaterra, San Bonifacio, transformó la tradición del roble que representaba al Dios Odín y en su lugar eligió venerar un pino, dándole significado del amor infinito de Dios.
SU LLEGADA A MÉXICO
El primer ejemplar de pino navideño elaborado por San Bonifacio fue adornado con manzanas -fruta que para la iglesia representaba la tentación y pecado de los primeros padres en el jardín del edén-, además se colocaron velas para representar la luz que guía a todos entre penumbra para llegar a Cristo.
La decoración comenzó a distorsionarse por primera vez en Alemania, cerca del año 1605, entonces se utilizó para ambientar un festejo navideño en una cruda temporada invernal; desde entonces, la costumbre fue ganando terreno hasta llegar a Finlandia en el año 1800, le siguió España en 1870 y en Inglaterra, la primera ocasión ocurrió en el castillo de Windsor a iniciativa del príncipe Alberto y la reina Victoria, corría el año de 1841.
A México este tradicional árbol navideño llegó de la mano de los emperadores Maximiliano y Carlota, en el año 1864 sorprendieron a propios y extraños con un espectáculo de luces, entonces la aristocracia mexicana hizo a un lado otras tradiciones para enforcarse en colocar singulares pinos en sus hogares.
Para el año de 1878, el militar mexicano Miguel Negrete, adornó un ejemplar en su domicilio, pero mezclando la novedosa tradición con la instalación del nacimiento, de esta forma los habitantes de la ciudad adoptaron la costumbre de incluir ambas representaciones.