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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 2 de agosto de 2020.- Apenas dejas la carretera estatal Cárdenas-Ciudad del Maíz y te adentras al ramal hacia Alaquines, el ambiente, el paisaje y los aromas te envuelven, y es que por este pueblo parece que no ha pasado el tiempo, convirtiéndose en una joya poco explorada en esta región potosina.
Ubicado a 75 kilómetros de Rioverde, Alaquines –fundado en 1691-, tiene todo el potencial para trascender como el siguiente pueblo mágico potosino: la uniformidad de sus fachadas, sus caminos empedrados, sus callejones y sus calles ascendentes y estrechas además de su histórica iglesia, son escenario ideal para la fotografía, los paseos familiares y el redescubrimiento del México que ya se nos fue.
La cabecera del municipio del mismo nombre se aprecia con todo su esplendor desde lo alto, pues el pueblo fue fundado en una olla profunda que incluso provoca un microclima más agradable que comunidades cercanas.
Un río seco cruza el poblado, pero en él han crecido enormes árboles que proporcionan sombras y paisajes maravillosos que se pueden apreciar desde los tres puentes colocados en la ciudad.
Conforme te acercas al centro, lo más llamativo son sus construcciones, como si todas se hubieran puesto de acuerdo, algunas abandonadas y que requieren de una importante restauración y otras que fueron ya remodeladas y que muestran la belleza de la arquitectura del siglo XIX en su mayoría; son casas de dos plantas, con balcones de herrería austera y ventanales, construidas con base de piedra y adobe y que han resistido el paso del tiempo.
Antes, la comunidad era conocida como San José de los Montes Alaquines y celebra al Señor del Santo Entierro en el mes de mayo a donde llegan peregrinos de distintas partes del estado y paisanos del norte para dejar ofrendas.
Debe su identificación a las tribus de indígenas del mismo nombre que habitaban el sitio en tiempos de don Diego Fernández de Córdoba, marqués de Guadalcázar. El pueblo fue una misión de la Custodia de Rioverde, que dejó fundada fray Juan de Cárdenas, pero la violencia de los alaquines provocó que la iglesia de aquel entonces se destruyera.
SIRENA ALADA EN EL PÚLPITO
La parroquia de Santiago Apóstol tiene una torre inconclusa, además de dos arcadas con doble campanario y en el atrio hay un arco de sillar blanco con columnas dóricas.
La iglesia es de un estilo neoclásico que no tiene ni pinturas ni murales que destaquen, lo que llama la atención es su púlpito de madera sostenido por una figura que parece una sirena alada.
Al interior se ubica la capilla de El Santo Entierro, una escultura de origen guatemalteco que data del siglo XVIII y a pesar que la parroquia tiene otro patrón, es esta imagen uno de los iconos más importantes del pueblo.
EL SANTO ENTIERRO
La imagen de El Santo Entierro guarda una leyenda que se cuenta de generación en generación y habla de que el carruaje que la cargaba cuando arribó a esta zona ya no pudo ser movido por nadie y los pobladores lo tomaron como señal que ahí quería quedarse.
Este acontecimiento ocurrió en el mes de mayo sin precisarse el año y ha sido tomado como referencia para una visita masiva de peregrinos.