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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 20 de abril de 2019.- Las celebraciones religiosas del Jueves Santo en la capital potosina tuvieron un paralelismo que llamó poderosamente la atención de los aficionados a la bebida. A la par del recorrido de los siete altares, se efectuó la visita de las siete cantinas, una práctica mundana en plena época cuaresmal, pero al fin y al cabo que muchos disfrutaron por su diversión, camaradería y embriaguez.
Hace más de 15 años, al organizador de este evento, Francisco Esparza, se le ocurrió retomar la idea (en aquel entonces vaga) de hacer el recorrido con sus amigos borrachos universitarios y fue de tanto agrado, que hasta la fecha continúa la tradición en medio de un ambiente cantinesco.
«Mucha gente piensa que las cantinas son malas y realmente no es así; son una opción para divertirse. Es bueno que vengan y las conozcan», destacó el artífice de la reunión itinerante.
El evento de este año fue convocado a través de redes sociales y se eligieron siete cantinas ubicadas en el Centro Histórico. El plan no tuvo mayor ciencia: en cada sitio hicieron una parada no mayor a 30 minutos y en ese lapso, consumieron lo que querían o aguantaran.
CALENTARON GARGANTA… Y NO PARARON
El recorrido inició a las 11:30 horas en la cantina El Escalón, un breve espacio de no más de 5 por 5 metros, ubicado en Reforma y Melchor Ocampo, en el corazón del centro de la ciudad. Ahí arrancó el precopeo. Cerca de 30 hombres y mujeres acudieron puntuales a la cita y prácticamente no cabían en el lugar. La mayoría consumió un par de cervezas y pronto pasaron a la segunda parada.
A unos pasos de El Escalón, el segundo bar visitado fue El Reforma; era cerca del mediodía y el dueño del lugar, Miguel Contreras Peña, se dijo agradecido porque su negocio fue considerado en la ruta de este año, por eso deleitó a la raza con quesadillas, guacamole y caldito de camarón.
Al salir de El Reforma, la gente se dirigió a El Puerto de los Apóstoles, ubicado en la calle Independencia, del Barrio de San Miguelito. En El Puerto, varias personas ya se animaron a bailar. Predominaron canciones de rock y el ánimo creció cuando sonó la canción La Planta, de Caos, y I was made for loving you, de Kiss. Los que no bailaron, cantaron, y los que no cantaron, comieron ceviche y ensalada de nopales acompañados de sus cervezas bien heladas.
El siguiente punto de encuentro fue El Moreno’s Bar, situado en la calle Morelos, en el Barrio de San Sebastián; el lugar pareció más de trámite en el recorrido, pero igual la gente disfrutó sus bebidas. Las Victorias fueron más pedidas que las Coronas, pero todos brindaron con alegría.
Al salir de ahí, los bebedores se movieron al antiguo bar La Montaña, de la avenida Constitución en el mismo Barrio de San Sebastián. Ahí, hubo quien ya con más confianza se pasó al otro lado de la barra a tomarse selfies. El lugar es pequeño, pero agradable. Entre cerveza y cerveza, los asistentes aprovechaban para ir al baño, pues sabían que faltaban dos bares más.
La sexta cantina fue El Radio, ubicada en la Alameda Juan Sarabia. Al atravesar sus famosas puertas de madera tipo Far West, se contagia un ánimo bohemio. Bar, todo el ambiente huele a bar (no a mar), como dice la legendaria canción cantinesca Kumbala, de La Maldita Vecindad. Huele a cantina y se percibe un ambiente agradable; quienes ya bebían antes de la llegada de los visitantes del recorrido se portaron como buenos anfitriones y «dispararon» las canciones de la rockola. Belleza de cantina y otros éxitos de Los Cardenales de Nuevo León, sonaron fuerte. Todos brindaron por enésima ocasión. ¡Salud!
Última parada oficial: El Peñasquito, ubicado en Eje Vial, a unos metros de la Alameda. Son cerca de 3:30 de la tarde y los bebedores -profesionales, eso sí-, después de haber pasado por seis cantinas, llegan con mucha sed; aún pueden con más, aseguran. Catalogado como un lugar «de mala muerte», El Peñasquito quiere cambiar esa imagen y por eso ofrece enchiladas potosinas como botana. Todos siguen bebiendo.
El recorrido fue realizado de principio a fin por la mayoría de quienes lo iniciaron y en algunos puntos se sumaron más visitantes. Al término de la séptima cantina, se hizo una visita extra al bar El Puerto de Mazatlán, de la calle Guajardo, cerca del Mercado Hidalgo.
Alrededor de las 17:00 horas concluyó este recorrido cuasi cultural. Pero por increíble que parezca, hubo bebedores que se jactaron de ser todo, menos borrachos improvisados y le siguieron a la tomadera ya por su cuenta, fuera de este evento que sin duda volverá a reunir a varios de ellos el próximo año.