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RIOVERDE, SLP., 1 de noviembre de 2019.- Detrás del dolor por perder a un ser querido que apenas conocía este mundo, se encuentra una tradición que mezcla la cultura prehispánica y la fe católica, se trata de la velación de los angelitos.
Considerados angelitos las niñas y los niños que mueren, la creencia de algunas de las familias en la zona media abarca hasta aquellos jóvenes que perecieron sin casarse, como una veneración a su virginidad.
La tradición de la velación de los angelitos inicia una vez que los padres se levantan del dolor más grande que existe: ver morir a sus hijos, pues aunque no está escrito, la experiencia y el tiempo habla que es más común que los hijos entierren a sus padres y no lo contrario.
En Rioverde y los municipios de la región, principalmente en la zona rural, la transformación de los cadáveres de niñas y niños en angelitos es una visión de esperanza y de fe, que acompaña a quienes se adelantaron en un camino para cuyo final, todos estamos destinados.
Hay tantos elementos que rodean a este solemne acto, donde los padres son acompañados de los padrinos de bautizo del menor, ahí se observa el altar adornado con papel picado, una enramada que cubre preferentemente el cuerpo tendido sobre una mesa con manteles blancos o en su defecto, el cadáver al interior de su caja.
Rodeando el ataúd, que deberá ser siempre blanco, se encuentran varios candelabros con velas.
Entre padres y padrinos, cambian al niño con un vestido de santo, una corona de palma, una cara de azucena y sus huaraches.
La ceremonia fúnebre la enmarcan una cuna de carrizo, dos canastas de vino como mezcales, tequila o jerez que se ofrece a los dolientes, quienes escuchan a conjuntos musicales de guitarra, jarana y violín conocida como música de vara.
A diferencia de una velación común -es importante señalar-, que no se coloca cruz de cal, ni se rezan rosarios, pues por ser un niño, se dice que no tiene culpas por redimir y su acceso es directo al cielo con los demás ángeles.
Por lo tanto, aun cuando el dolor se hace particularmente latente en este momento, se dice que debe estar alegre pues hay un nuevo ángel en el cielo.
“Dichoso de ti ángel bello y la hora en que naciste, dichoso de padre y madre padrinos que tuviste” cantan los músicos, mientras los presentes comparten vino, café y pan.
La música de acompaña con versos, el que compartiremos uno de los más conocidos:
La velación es un acto cada vez más en extinción, que un grupo de ciudadanos trata de documentar y rescatar de las escasas ceremonias que existen, precisamente la representación de una velación es parte de la apuesta cultural del estado de San Luis Potosí en el festival Vida y Muerte en Xcaret.